¿El marketing y las redes sociales están reprogramando nuestra inteligencia emocional?
El marketing digital ya no solo vende productos, vende química cerebral. Un informe revela cómo las redes sociales están alterando la inteligencia emocional de los mexicanos, generando ansiedad, fragmentación de la atención y relaciones más superficiales.
El 70.7% de los mexicanos usa redes sociales a diario (DataReportal, 2025), el marketing digital ha dejado de ser solo una herramienta de ventas para convertirse en un moldeador de emociones. Según expertos como Daniel Carlés, profesor de Broward International University (BIU), el marketing y su impacto en la inteligencia emocional es un fenómeno que ya no puede ignorarse.
Las plataformas digitales ya no solo compiten por nuestra atención, sino por nuestra química cerebral, utilizando algoritmos que disparan respuestas dopaminérgicas y, en el proceso, alteran nuestra capacidad de autorregulación emocional. ¿Cómo está afectando esto a los jóvenes mexicanos?
1. La economía de la dopamina: ¿Por qué el marketing digital es adictivo?
El cerebro humano está programado para buscar recompensas inmediatas, y el marketing digital lo sabe. Plataformas como TikTok, Instagram y YouTube utilizan mecanismos de recompensa variable (likes, notificaciones, visualizaciones) que activan la liberación de dopamina, generando una dependencia similar a la de los juegos de azar.
Consecuencias:
- Disminución de la atención (de 2.5 minutos en 2004 a solo 47 segundos hoy).
- Aumento de la ansiedad por validación constante.
- Relaciones más superficiales, al priorizar interacciones virtuales sobre conexiones reales.
2. Inteligencia emocional bajo ataque: ¿Por qué nos cuesta regular lo que sentimos?
La regulación emocional es clave en la inteligencia emocional, pero el entorno digital la está debilitando. Diego Cartés, experto en psicología digital, explica:
“El problema no es solo cuánto tiempo pasamos en línea, sino cómo las plataformas están moldeando nuestra manera de sentir y de relacionarnos.”
Efectos en jóvenes mexicanos:
- Mayor frustración al no obtener la validación esperada.
- Dificultad para manejar emociones negativas fuera de las redes.
- Construcción de identidades digitales basadas en aprobación externa, no en autenticidad.
3. ¿Se puede humanizar el marketing digital?
Frente a este escenario, algunas marcas están adoptando estrategias más éticas:
- Headspace: Promueve el bienestar mental, no la adicción a pantallas.
- Patagonia: Prioriza la sostenibilidad y conexión real con su audiencia.
Propuestas para un cambio:
- Diseñar plataformas con neurociencia afectiva (que no exploten la dopamina).
- Medir el impacto emocional de las campañas, no solo las métricas de engagement.
- Fomentar espacios digitales saludables, con pausas y reflexión.
El marketing y su impacto en la inteligencia emocional es un tema urgente en México. Si bien las redes sociales llegaron para conectar, hoy están generando ansiedad, fragmentación social y dependencia emocional.
La solución no está en demonizar la tecnología, sino en repensar cómo las marcas y plataformas pueden fomentar un uso más consciente y humano. ¿Estamos listos para cambiar la forma en que interactuamos digitalmente?