¿El Día de Muertos es un invento moderno? Descubre el verdadero origen de la tradición
La imagen de los altares coloridos y las catrinas que define al México moderno es más reciente de lo que imaginas. Te contamos cómo las políticas del siglo XX moldearon la festividad.
Pensamos en el Día de Muertos y nuestra mente viaja a una herencia ancestral, a tiempos prehispánicos donde, creemos, los mexicas honraban a sus difuntos de la misma forma que nosotros hoy. Pero, ¿y si te decimos que esta visión es, en gran parte, una construcción del México moderno? La fascinante historia detrás del origen de la tradición de Día de Muertos es un relato de nacionalismo, políticas culturales y un sincretismo que tomó su forma actual hace menos de cien años.
Investigadoras pioneras como Elsa Malvido del INAH han desenterrado una verdad incómoda: la celebración, tal como la conocemos con sus altares específicos y su simbolismo estandarizado, fue impulsada desde el Estado para forjar una identidad nacional.
Esta nota no busca desmerecer la tradición, sino entenderla como lo que es: una práctica viva, en constante transformación, cuyo origen moderno es tan intrigante como las leyendas que la rodean.
El Nacionalismo como padre de la tradición
Tras la Revolución Mexicana, el país necesitaba unir sus fragmentos y construir una identidad sólida. Fue en este contexto donde figuras como José Vasconcelos y, posteriormente, el presidente Lázaro Cárdenas, pusieron en marcha un ambicioso proyecto cultural. El objetivo era claro: buscar en el pasado prehispánico, específicamente en la grandeza mexica, los cimientos de “lo mexicano”. Los intelectuales de la época, en su búsqueda por definir el origen moderno del Día de Muertos, rescataron y reinterpretaron costumbres populares de raíz colonial y española, adjudicándoles un nuevo sentido prehispánico.
*El “Rescate” de lo prehispánico: Se promovió la idea de que las ofrendas y rituales tenían una línea directa con el mundo mexica, a pesar de que sus celebraciones a los muertos, como el Miccailhuitontli, ocurrían en agosto y septiembre y tenían características muy diferentes.
*La máquina cultural del estado: A través de instituciones recién creadas, se empezó a divulgar una versión unificada de la festividad, mezclando:
- Conocimientos etnográficos de distintas regiones indígenas.
- El redescubrimiento de la obra de José Guadalupe Posada y su famosa Catrina.
- La promoción del arte popular y las artesanías.
- La influencia del cine y, más tarde, la televisión.

Este proceso, una ingeniería cultural consciente, es la base del origen de la tradición de Día de Muertos que hoy damos por inmutable.
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¿Y los verdaderos antecedentes? Un viaje a la europa medieval
La investigadora Elsa Malvido fue más allá y señaló que las raíces profundas de esta celebración no están en Mesoamérica, sino en la Europa medieval. La estructura central de la fiesta es netamente católica.
- Fiestas de guardar: El 1 y 2 de noviembre, dedicados a Todos los Santos y a los Fieles Difuntos, son rituales que se instauraron en la Francia del siglo X. Eran días de guardar para todo el mundo católico, incluidas las colonias españolas en América.
- Rituales funerarios vs. Ofrendas: Malvido argumentaba que los pueblos prehispánicos realizaban rituales funerarios al momento del entierro, no una celebración recurrente y masiva en una fecha fija. La ofrenda, como un altar dedicado en casa, es una evolución de prácticas coloniales.
- Elementos universales: Comer “pan de muerto” o dulces con forma de huesos no es exclusivo de México. En toda Europa existían (y existen) panes y dulces similares bendecidos para estas fechas, conocidos como “huesos de santo”.
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Una tradición viva y en constante evolución
Lejos de ser una reliquia estática, el Día de Muertos es un fenómeno dinámico. Como señaló el sociólogo Héctor Rosales, “el Día de Muertos en México, como toda práctica cultural, está siempre en transformación”. Esta evolución es natural y saludable.
- Años 80: Las ofrendas comenzaron a incluir personajes populares y causas sociales, como protestas sindicales, mostrando su papel como termómetro del sentir social.
- Globalización e influencias: La adopción de elementos del Halloween, como los disfraces o el “dulce o truco”, no significa la muerte de la tradición, sino otra capa más en su evolución. “Nada humano me es ajeno”, citaba Rosales.
- Los múltiples Méxicos: La celebración es distinta en lo rural y lo urbano, en cada familia y en cada comunidad. Desde quién hace puente para vacacionar hasta quién monta una ofrenda elaborada en su pueblo, todas son formas válidas de conmemorar.