¿Cómo revolucionará la ciencia la nueva Supercomputadora mexicana?

¿Cómo revolucionará la ciencia la nueva Supercomputadora mexicana?

El futuro de la ciencia en México está por cambiar. Las negociaciones con la UNAM y otras universidades allanan el camino para un ecosistema de cómputo de alto rendimiento que promete poner a México en el mapa tecnológico global.

 ·  octubre 7, 2025
¿Cómo revolucionará la ciencia la nueva Supercomputadora mexicana?

La ciencia en México está a punto de pisar el acelerador. Imagina una máquina tan poderosa que puede simular huracanes, descifrar los secretos del cáncer o diseñar medicamentos a una velocidad inimaginable. Ese proyecto, largamente anhelado, está tomando forma concreta. La secretaria Rosaura Ruiz, titular de la Secihti, acaba de anunciar que la supercomputadora mexicana podría ser una realidad en 2026, marcando un antes y un después en la investigación científica del país.

Este no es solo un equipo más; es la columna vertebral de un nuevo ecosistema de cómputo que coordinará el gobierno con las mentes más brillantes de universidades como la UNAM y la Universidad de Sonora.

¿Qué tan poderosa será esta máquina?

Para que te hagas una idea, hablamos de un monstruo de la tecnología con una capacidad de cómputo estimada entre 4 y 5 petaflops. ¿Qué significa eso en cristiano? Que podría realizar la astronómica cifra de 5 mil billones de operaciones por segundo. Esta potencia de procesamiento de datos es fundamental para la era de la Inteligencia Artificial y sitúa a México en la carrera del cómputo de alto rendimiento, un paso crucial para cerrar la brecha de rezago tecnológico y fomentar un desarrollo tecnológico nacional sólido.

  • Para ponerlo en perspectiva: La supercomputadora más potente del mundo, “El Capitán” en Estados Unidos, opera a 1.74 exaflops (equivalente a 1,740 petaflops). En América Latina, el liderazgo lo tiene Brasil. Nuestra futura supercomputadora nacional es un primer paso ambicioso para competir en esta liga.

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Los campos que revolucionará

Esta infraestructura tecnológica en México no es un lujo, es una necesidad. Su impacto se sentirá en áreas críticas para nuestro futuro:

  • Medio Ambiente y Desastres Naturales: Podrá crear modelos predictivos ultra-precisos para huracanes y sismos, salvando vidas y recursos.
  • Salud Pública e Investigación Médica: Acelerará el análisis de enfermedades complejas como el cáncer y el desarrollo de nuevos fármacos.
  • Inteligencia Artificial Nacional: Será el motor para entrenar modelos de IA más potentes y específicos para resolver problemas locales.
  • Desarrollo de Tecnología Propia: Es un pilar para proyectos paralelos, como la creación de semiconductores mexicanos y hasta un coche eléctrico nacional.

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El plan y los aliados clave

El gobierno federal no está solo en este desafío. Se están tejiendo alianzas estratégicas con instituciones académicas y buscando asesoría de primer nivel. El modelo a seguir es el superordenador MareNostrum en Barcelona, un referente mundial.

  • Cooperación Internacional: Expertos españoles están asesorando al proyecto, compartiendo su experiencia para evitar errores y maximizar el impacto.
  • Alianza Academia-Gobierno: El corazón del proyecto late en las universidades. La UNAM y la Universidad de Sonora, entre otras, aportarán su capacidad y talento para hacer de este ecosistema de cómputo una realidad.

El horizonte está claro: si las negociaciones y los recursos fluyen, 2026 podría ser el año en que México demuestre que la innovación tecnológica no es solo un concepto importado, sino una fuerza propia que comienza a despertar.