Las bibliotecas de mayor prestigio en el mundo. ¿Las conocías?
Estas venerables instituciones no solo son guardianas del saber humano, sino también centros de investigación y aprendizaje que atraen a eruditos, estudiantes y amantes de la lectura de todo el mundo.
Hace más de 4,000 años, el desarrollo de la escritura condujo a los seres humanos a la necesidad de preservar los registros materiales de su conocimiento. Las bibliotecas con más prestigio del mundo son auténticos tesoros de conocimiento, resguardando invaluables colecciones de libros, manuscritos y documentos que abarcan siglos de historia y cultura. Estas venerables instituciones no solo son guardianas del saber humano, sino también centros de investigación y aprendizaje que atraen a eruditos, estudiantes y amantes de la lectura de todo el mundo.
Desde la majestuosa Biblioteca del Congreso en Washington D.C. hasta la ancestral Biblioteca Nacional de Francia, estas bibliotecas destacan por su riqueza patrimonial y su contribución a la preservación y difusión del conocimiento. Acompáñanos en un viaje a través de las páginas de las bibliotecas más ilustres, donde la historia, la literatura y la sabiduría se entrelazan en un abrazo eterno.
Veamos algunas de las primitivas habitaciones donde se guardaban las tabletas de arcilla con inscripciones hasta los modernos edificios y colecciones electrónicas de nuestros días, las bibliotecas han acompañado de cerca el desarrollo del pensamiento. Te presentamos algunas de las bibliotecas más importantes y de prestigio en el mundo; aprende la historia de estos edificios del conocimiento.
Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos
Ubicada en Washington D. C., la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos es quizá la mayor del mundo, con un acervo que supera los 155 millones de documentos (35 millones de libros). La biblioteca se creó por un decreto del presidente John Adams en 1800, según el cual el recinto debía contener aquellos libros que pudieran resultar necesarios para el ejercicio legislativo del país.
En 1815, luego del incendio que sufrió por tropas británicas el año anterior, la pequeña biblioteca adquirió la colección de 6,487 libros del ex presidente Thomas Jefferson, y con ella adoptó la filosofía de que toda materia del conocimiento resultaba vital para la legislatura del país.
En 1870, el gobierno promulgó la ley que obliga a enviar a la Biblioteca del Congreso dos ejemplares de toda obra que fuera registrada en los Estados Unidos. Al poco tiempo, y debido a la falta de espacio para albergar la gran cantidad de materiales que recibía, comenzaron los trabajos para construir el nuevo edificio de la biblioteca, el cual abrió sus puertas al público en 1897.
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Los tres edificios que componen la biblioteca —los cuales se encuentran interconectados por túneles subterráneos— y sus 22 salas de lectura, forman la institución cultural más antigua de los Estados Unidos a nivel federal.
Biblioteca Nacional de Francia
Los orígenes de la Bibliothèque Nationale, antes llamada Biblioteca del Rey, se remontan a la biblioteca personal del rey Carlos V, “El Sabio”, en el siglo XIV. Se trasladadó a París a mediados del siglo XVI y desde entonces resguarda rigurosamente una copia de todo libro que haya sido impreso dentro de las fronteras de Francia.
En 1720 abrió al público en general, aunque sólo estaba permitido visitarla un día a la semana, en horario de 11 de la mañana a 1 de la tarde.
Tras la Revolución Francesa, el acervo de la biblioteca se enriqueció por las colecciones privadas de libros que se expropiaron a miembros de la realeza y de la aristocracia. La biblioteca es depositaria de una gran colección de manuscritos de escritores, entre los que destaca la donación personal hecha por Víctor Hugo en 1881.
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Con más de 30 millones de documentos, la Biblioteca Nacional de Francia es reconocida por su ambicioso proyecto digital, Gallica, el cual ha puesto a disposición del público más de dos millones de documentos en formato digital.
Biblioteca Nacional de México
La Biblioteca Nacional de México fue fundada en 1867 por decreto del presidente Benito Juárez, quien dio la autorización para que fueran trasladados a sus archivos los libros de los antiguos conventos de la capital, incluidos los de la biblioteca de la Catedral.
Ubicada en el ex templo de San Agustín, en 1929 la Biblioteca pasó a formar parte de la estructura de la Universidad Nacional, y en 1944 presenció la creación de la Hemeroteca Nacional.
Aunque su historia no ha estado exenta de contratiempos, a través de sus casi 150 años
de existencia, esta biblioteca ha sabido mantenerse como un baluarte de la memoria bibliográfica de México.
De acuerdo con su directora, Guadalupe Curiel Defossé, quien además preside la Asociación de Estados Iberoamericanos para el Desarrollo de las Bibliotecas Nacionales de Iberoamérica (ABINIA), uno de los mayores retos a los que se enfrentan las bibliotecas en la actualidad, entre ellas la Biblioteca Nacional, es “a los recortes presupuestarios que, producto de la crisis que vivimos, a menudo nos afectan”.
A esta situación se suman, en opinión de la experta, “el encarecimiento de los soportes de información” y “la necesidad urgente de capacitar y actualizar al personal bibliotecario”. A pesar de estos problemas, la Biblioteca Nacional —hoy ubicada dentro del Centro Cultural Universitario de Ciudad Universitaria— continúa resguardando el patrimonio bibliográfico del país e impulsando la investigación y generación de conocimientos sobre los acervos que contiene.
Biblioteca Británica
Con más de 150 millones de documentos, la Biblioteca Británica recibe, por decreto oficial,
una copia de todo libro impreso en el Reino Unido e Irlanda. Originalmente, la biblioteca formaba parte del Departamento de Libros Impresos del Museo Británico (1753).
De acceso restringido, el gran salón de lectura del museo, inaugurado en 1857, tuvo entre algunos de sus privilegiados lectores a Lenin, Karl Marx, Charles Dickens, George Bernard Shaw y Virginia Woolf.
Legalmente separada del Museo Británico en 1973, la Biblioteca Británica abrió en 1998 las puertas de su nueva sede, la cual recibe en sus salas de lectura a 400,000 usuarios cada año, aproximadamente.
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Además de los 15 millones de libros que forman su núcleo, la biblioteca resguarda una colección de ocho millones de estampillas, cuatro millones de mapas y más de 300,000 manuscritos, entre los que destacan los de Jane Austen, James Joyce, los Beatles y el cuaderno de apuntes de Leonardo da Vinci.
La Biblioteca Vasconcelos, un proyecto controversial
Para Javier Barreiro Cavestany, jefe de redacción de la revista de arquitectura y diseño Arquine, la Biblioteca Vasconcelos, inaugurada en el año 2006, es “la obra cultural de mayor relevancia construida en México en la última década”.
Para el también escritor y poeta se trata, sin embargo, de un proyecto cuestionable tanto arquitectónica como socialmente, ya que el edificio contraviene el objetivo de articular el espacio urbano donde se inserta (esto debido al “ocultamiento explícito del edificio en el gran jardín, alienándose del contexto que lo rodea: la colonia Guerrero, una de las más duras de la ciudad”).
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Por otra parte, el presupuesto destinado al proyecto —que costó más de 1,189 millones de pesos— habría permitido, a decir de Cavestany, que se “construyeran 10 bibliotecas en provincia o se potenciara el funcionamiento de las casi 7,000 existentes”. Debido a las múltiples fallas en su construcción y a las irregularidades detectadas, la biblioteca se mantuvo clausurada durante 21 meses y reabrió tras haber absorbido otros 50 millones de pesos del erario público.
Actualmente, la Biblioteca Vasconcelos ofrece los servicios de un acervo que rebasa el medio millón de ejemplares, así como diversas actividades culturales para quienes visitan el predio ubicado a un costado de la antigua estación de ferrocarriles de Buenavista.