Bután, el país más caro para turistear
¡Sí! Como suele ocurrir a los occidentales, todo lo que está al otro lado del mundo es prácticamente inexistente. Por eso, descubramos antes un poco sobre este lugar.
Turistear es caro (al menos la mayoría de las veces), pero existen algunos lugares que se precian de ser los más caros del mundo cuando de ir en plan turista se trata. Este es el caso de Bután, pero ¿valdrá la pena? Aquí te platicamos un poco más de este lugar.
¿Bután?
¡Sí! Como suele ocurrir a los occidentales, todo lo que está al otro lado del mundo es prácticamente inexistente. Por eso, descubramos antes un poco sobre este lugar.
Bután, cuyo nombre oficial es Reino de Bután, es un pequeño país de apenas 38.394km2 ubicado en la parte oriental de la cordillera del Himalaya, colindando al norte con China y en las demás latitudes con India. Su ubicación geográfica le imprime a este país una de las características más reconocidas del mismo, las montañas. Bután es conocido al exterior por ser una especie de “Edén” entre montañas y mucho del poco turismo del país se centra en este atractivo.
¿Sabías que…? Druk Yul es el otro nombre de Bután, que significa «la Tierra del Dragón que truena».
A partir del 23 de septiembre, el país del Himalaya reabrió sus fronteras con una nueva tasa de entre 200 y 250 dólares por día y persona, gastos aparte; así, actualmente ostenta el título de país más caro del mundo.
Como decíamos, recurrirá a nuevas tasas de cobro a turistas: la tasa por día y persona (200 dólares en temporada baja y 250 en temporada alta) ya no incluye el alojamiento, ni los desplazamientos, ni las entradas a edificios emblemáticos y museos.
¿Por qué Bután es el país más caro para visitar?
Lo sorprendente no es la cantidad que arriba se menciona, sino que este se ha mantenido desde la primera vez que el país recibió turistas. Bután recibió a sus primeros turistas en 1974 con una tasa por persona y día que se ha mantenido hasta hoy: 250 dólares en temporada alta (marzo-mayo y septiembre-noviembre) y 200 en temporada baja (diciembre-febrero y junio-agosto), que incluían el alojamiento, las comidas, los traslados, guías y entradas a monumentos. Todo se gestionaba a través de un touroperador oficial y una parte se destinaba exclusivamente a desarrollo sostenible y protección de los recursos naturales.
Probablemente gracias a la selección tan rigurosa de viajeros, Bután ha logrado preservar creencias, tradiciones, templos y pueblos que parecen no haber cambiado en siglos, ¿no creen?