Una ayuda en braille muy bien diseñada
Durante el proceso de la carrera decidí que mis proyectos académicos estarían enfocados a la parte social y a verdaderamente solucionar o aportar algo, pero también me daba cuenta de que a este tipo de proyectos no siempre se les daba la oportunidad de estar en concursos o exposiciones.
Susana Cruz Martínez, de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, creó “Buenavida”, un paquete de regleta, punzón y carpeta para quien necesita aprender a escribir y leer braille. El proyecto obtuvo el Premio a! Diseño 2017 en la categoría de Producto Objeto de Estudiante. Susana nos respondió algunas preguntas.
¿Cómo nació “Buenavida”?
En la universidad nos asignaron un proyecto de desarrollo de material didáctico para un instituto de personas ciegas y débiles visuales. Algunos de los proyectos que se realizaron se donaron a la institución. A partir de ahí surgió mi interés por seguir trabajando en esta área, y decidí retomarlo como proyecto de tesis.
¿Cómo te inspiraste para llevarlo a cabo?
En el instituto para Ciegos y Débiles Visuales Ezequiel Hernández Romo (IPACIDEVI) había varias personas que, además de la afección visual, tenían alguna deficiencia motriz o cognitiva. Todo esto hacía complejo, incluso imposible, que pudieran leer y escribir el braille de tamaño común.
Es por ello que desarrollé una regleta introductoria al braille, pero ampliando la plantilla a cinco veces su tamaño, con un punzón que no necesitara el uso de la pinza fina para poder utilizarlo y con una carpeta dónde se pudieran guardar los escritos realizados. Quería que esta regleta fuera como la primera libreta de los niños normovisuales (los que no tienen afectado el sentido de la vista), es decir, fácil de utilizar por sus renglones grandes con un lápiz grande.
¿Por qué se llama “Buenavida”?
Entre los alumnos del IPACIDEVI está un chico que disfruta la poesía, llamado Alejandro Benavides, a quien de cariño le dicen Alejandro “Buenavida”. De ahí surgió el nombre del proyecto.
Al recibir tu Premio a! Diseño dijiste que el diseño no solo es para ganar concursos, sino para servir a la sociedad. ¿De dónde surgió en ti esta inquietud?Cuando entré a la carrera, lo primero que escuché es que “el diseño industrial se dedica a resolver problemáticas”, y a pesar de esto me daba cuenta de que muchos proyectos que se realizaban —no solo dentro de la universidad sino también en el país— realmente no estaban solucionando nada.
Durante el proceso de la carrera decidí que mis proyectos académicos estarían enfocados a la parte social y a verdaderamente solucionar o aportar algo, pero también me daba cuenta de que a este tipo de proyectos no siempre se les daba la oportunidad de estar en concursos o exposiciones. Sin embargo, tienen algo mucho más gratificante, que es saber que pueden cambiar vidas, aportar a la educación, a la cultura, a la inclusión, etc.
¿Qué respuesta encontraste entre tus maestros y compañeros al proponer tu proyecto?
Mi asesora del proyecto me dio todo su apoyo, tiempo y enseñanzas para lograr que Buenavida llegara a ser factible. Me di cuenta de que más compañeros y compañeras comenzaron a hacer propuestas de este tipo, lo cual me dio mucha alegría.
¿Piensas comercializar el producto?
Claro, la idea es comercializarlo, al igual que buscar el apoyo económico para poder fabricar algunos lotes y donarlos a diferentes institutos de San Luis Potosí, pues debido a que se sostienen de donaciones no pueden costear las regletas para todo el alumnado.
¿Qué sigue para ti?
Actualmente estoy emprendiendo un estudio de diseño de mobiliario en el cual se integrará el trabajo de personas diseñadoras y artesanas de la región.
Aquí puedes ver a Buenavida en acción: