Una de las primeras cosas que hay que saber es que estudiar es un trabajo intelectual para el cual todas las personas estamos preparadas: nuestro cerebro tiene todo para ello. Sin embargo, según el contexto personal y social, se puede convertir en algo más complejo y, si además hay que enfrentar las ideas preconcebidas que hacen lucir a los estudios universitarios como insuperables o sólo para iniciados, las cosas terminan por complicarse.
Si bien es cierto que muchas cosas influyen para que alguien sea un estudiante exitoso, también es cierto que es posible aprender a aprender y a ser un mejor estudiante, lo cual implica un acto de voluntad. Es importante que veas todas las variables y el horizonte completo del asunto. En las aulas no está todo el conocimiento: la idea de que la escuela de la vida te enseña otra parte es cierta.
Guillermina Baena, autora de libros para estudiantes de nivel medio superior y superior propone que la educación y el conocimiento se conciban de forma más amplia, involucrando muchos aspectos.
“No estamos hablando sólo de IQ, que es una medición que se le encargó a un autor y solamente medía dos inteligencias: la matemática y la lingüística. Posteriormente, el psicólogo estadounidense Howard Gardner hace ver que esto es muy limitado y que estamos haciendo mal las cosas en ese sentido; que deberíamos trabajar por inteligencias múltiples, y hay una razón muy obvia: cada uno de nosotros nacemos con cierto tipo de inteligencias, o sea, cierto tipo de capacidades, pero eso no excluye que todas las demás las podamos desarrollar”.
Sobre la forma de estudiar, existen distintas posturas. Hay quien defiende más el método propio que novedosas técnicas de estudio. “Yo creo que cada quien hace su técnica; la cuestión es que tengas una. Escribir, subrayar con diferentes colores, hacer esquemas, mapas mentales, tus propias claves para condensar la información”, apunta Brenda Suárez, pedagoga y asesora en la preparación de exámenes.
No hay duda de que la personalidad y la psicología de cada estudiante también son un asunto esencial a la hora de enfrentar la escuela. Te darás cuenta de que ciertos procesos mentales como la memoria, la conexión de ideas, el análisis y la síntesis se van refinando y haciendo más eficientes con toda naturalidad. Una vez que distingues que todas estas variables el contexto, tus propias experiencias y hasta tu personalidad inciden en tu desempeño como estudiante, resulta más fácil que decidas actuar sobre aquello en lo que sí puedes incidir, para que, poco a poco, estudiar te resulte un territorio por demás conocido.
Hablamos con tres expertas en el campo de la educación: Lourdes Meraz (profesora de la asignatura Seminario de Tesis en el IES Moda, Casa de Francia en el D.F.; maestra de bachillerato por 10 años y coach para tesis), Brenda Suárez (licenciada en pedagogía, asesora en la preparación de exámenes y experta en educación ambiental) y Guillermina Baena (doctora en Estudios Latinoamericanos, integrante del Sistema Nacional de Investigadores y creadora del nuevo “Modelo Educativo para el Futuro en América Latina”), quienes aquí te brindan sus consejos y recomendaciones.
Conócete
Para ser un as, debes tener muy claro cuáles son tus carencias, porque es ahí donde puedes trabajar. Por ejemplo, si sabes que tu problema es que tiendes a la dispersión, no dejes prendido el celular ni el radio a la hora de estudiar. Si alguna música reduce tu ansiedad, ponla, pero en volumen bajo. No te hagas autoboicot dejando oportunidades para que otra cosa jale tu atención. Hay aplicaciones que bloquean ciertas páginas durante un tiempo determinado, y así no recibirás notificaciones de las redes sociales, por ejemplo, mientras estudias. Una de ellas es SelfControl, de IOS (www.selfcontrolapp.com).
Independientemente del IQ, lo importante es aprovecharlo todo. No se trata de ser superdotado, sino de lograr con tus habilidades y capacidades innatas tu máximo desempeño para estudiar. Quizá eres más hábil para hablar que para escribir, o aclaras más tus ideas de forma verbal; sé congruente con esto y entonces entrevista o dialoga con maestros y compañeros, graba las conversaciones, vuelve a oírlas y vuelve a hablar con ellos hasta que entiendas o aclares los temas.
Para que encuentres motivación y tengas disciplina, debes darle un significado más valioso a lo que vas a estudiar. Vale la pena agregar alguna razón emotiva o práctica pero trascendente a lo que estudias, para que te impulse: hacerlo para independizarte y viajar a donde siempre has querido; continuar una importante tradición o negocio familiar eligiendo una carrera específica; estudiar lo mismo que tu amiga para asociarse más adelante, etcétera. Todo se vale, siempre y cuando le dé mayor sentido o foco a tu esfuerzo.
Por: Eleonora Rodríguez