Día de muertos: leyendas más icónicas de la época
El Día de Muertos es una tradición que nos ha acompañado por siglos. Gracias a ello, y al ser una tradición de sumo arraigo entre la población mexicana, la UNESCO distinguió a la festividad de Día de Muertos como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, en 2003.
El Día de Muertos es una tradición que nos ha acompañado por siglos. Gracias a ello, y al ser una tradición de sumo arraigo entre la población mexicana, la UNESCO distinguió a la festividad de Día de Muertos como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, en 2003. Por ello, aquí te traemos algunas de las leyendas que tienen como tema principal el Día de Muertos. ¿Cuáles conoces?
Día de muertos, una tradición multifacética
En la festividad del Día de muertos, es común escuchar entre las conversaciones, anécdotas de apariciones fantasmas y espectros. Algunos gustan de contar sus experiencias paranormales en estos días, pues la atmósfera del Día de Muertos permite que todas esas narraciones se sientan reales y vividas.
La leyenda del Charro Negro
Se cuenta que vivió en Jalisco (o cerca de ahí) una familia muy pobre que no tenía más que un pequeño huerto y de vez en cuando comerciaba ganado. Al darse cuenta de las carencias en su hogar, el hijo de la familia llegó a la adolescencia avergonzado de su pobreza y guardando las apariencias ante la gente con finos trajes, que compraba dejando de comer unos días.
Tiempo después, al morir sus padres y sin un peso en la bolsa, la leyenda cuenta que el joven invocó al diablo para hacer un pacto con él.
El demonio apareció ante él y pudo leer su alma sin ninguna dificultad. Le ofreció riquezas que ni en dos vidas podría acabarse a cambio de su alma, a lo que el mortal aceptó.
La leyenda de la X´tabay
Esta leyenda mexicana es originaria de Yucatán y narra la historia de dos bellas hermanas que vivían en un remoto poblado. Una de ellas era conocida por el pueblo como X’kebán, que significa “mujer pecadora”, pues no era secreto que tenía varios amantes, lo que era mal visto para la época.
Sin embargo y a pesar de que era juzgada injustamente, X’kebán era una mujer humilde y buena, especialmente con los enfermos y los animales. Su hermana era llamada Uzcolel, que significa “mujer buena”. Ella era respetada y querida por la buena imagen que tenía ante todos. Pero Uzcolel era amarga y poco amable, creyéndose superior a todos los que la rodeaban.
No conocía la caridad y era egocéntrica debido a su belleza, solo comparable con la de su hermana, a quien le tenía una gran envidia.
Leyenda del Xantolo en la Huasteca Potosina
Era ya el día de los Fieles Difuntos en la Huasteca, todo lucía gris, frío y triste, las familias tenían un ánimo sombrío, nadie cantaba o rezaba ante las tumbas de los fallecidos. De repente, un enmascarado fantasmal apareció bailando en las criptas y atrajo la atención de los presentes.
Varios de los asistentes corrieron despavoridos a sus casas, otros fueron a contarle al sacerdote del pueblo. El padre regresó acompañado por un grupo de lugareños, armados con palos y piedras, se paró enfrente de aquella anima y le preguntó: “Quién eres? ¿Qué quieres aquí?”
El fantasma respondió: “Soy Xantolo y represento la alegría. He venido aquí porque me cansé de verlos tan sombríos y decaídos en estas fechas de recuerdos, como si la muerte fuera una razón de tristeza, cuando en realidad es lo contrario”. Gracias a este hecho, los habitantes comenzaron a hacer del Día de Muertos una gran fiesta, llena de colores, música, cantos y rezos.
“El hombre que no respetó el Día de Muertos”
Esta leyenda narra la historia de un campesino, que dedicaba todo su esfuerzo y labor a sus tierras, día a día. Su esmero era tal, que aún en la víspera del día de muertos decidió ir al campo a trabajar, pues consideraba que la tradición de la ofrenda no era de gran importancia. Tampoco quería gastar dinero en colocar un altar, porque lo consideraba una pérdida de tiempo.
Todos en el pueblo se sorprendieron con su actitud, pues se sabe que en México ésta es una de las fiestas más importantes y se le guarda mucho respeto, aun así, nadie le reprochó al respecto.
Habían pasado ya algunas horas de trabajo, cuando sólo en su milpa comenzó a escuchar voces que le decían: “Hijo tengo hambre” “Hijo quiero comer unos tamales” “Hijo por favor ven con nosotros”.
Al principio pensó que era su imaginación, pues sabía que era imposible que alguien estuviera en su parcela, ya que estaba muy alejada del pueblo. Pero su asombro se convirtió en miedo cuando comenzó a escuchar nítidamente las voces de más personas platicando entre sí. Estas voces le resultaban particularmente conocidas, y pronto se dio cuenta que eran las voces de sus familiares fallecidos que clamaban por comida.
Entonces…
De inmediato se dirigió a su casa y le dijo a su esposa que matara un guajolote y que hiciera unos tamales y colocara un altar en su casa. La esposa en seguida comenzó con la labor, mientras él decidió tomar un descanso en una hamaca.
La esposa del campesino se afanó en la ofrenda, no solo hizo los tamales sino también otros platillos deliciosos típicos de la región, acomodó el altar y comenzó a elevar oraciones para los difuntos. Al ver que había pasado un largo rato y su esposo no despertaba decidió ir a llamarlo para que participara de la celebración, sin embargo no logró despertarlo, había muerto.
Todos en el pueblo sabían que su muerte fue consecuencia de su descuido por no respetar la tradición del Día de muertos, y aunque al final los familiares obtuvieron su ofrenda, decidieron convertir en finado a aquel que no tuvo intención de ofrecer algo a los difuntos aun sabiendo de su llegada.
Esta leyenda refleja la importancia que tiene esta fecha para todos los mexicanos, y aún más para los agricultores, pues ellos dedican su debido tiempo para celebrar estas fechas, para evitar destinos fatales como el de el pobre sujeto que por no respetar la sagrada tradición terminó en la tumba.
¿Te quedaste con ganas de más? Aquí te dejamos un compendio de otras leyendas en torno al Día de Muertos