Hábitos asquerosos: lo que nadie te dice sobre sus efectos en tu cuerpo

Si alguna vez has raspado el moho de un pedazo de queso y lo has comido como si nada, o si compartes el cepillo de dientes con tu pareja en momentos de emergencia, felicidades: eres humano. Los hábitos asquerosos forman parte de nuestra vida diaria, aunque algunos sean más perturbadores que otros. Pero, ¿alguna vez te has preguntado qué tan malas pueden ser estas costumbres? Desde beber de botellas sin lavar hasta besar a tu perro, aquí te contamos las consecuencias (algunas bastante desagradables) de los hábitos más comunes y asquerosos que podrías estar haciendo sin darte cuenta.

1. Comer alimentos viejos: ¿mito o peligro real?

Las fechas de caducidad en los empaques pueden ser confusas, y muchas veces los alimentos siguen siendo seguros para el consumo. Sin embargo, cuando un producto tiene moho, especialmente pan, frutas blandas o lácteos, es mejor no arriesgarse. Cortar la parte afectada no siempre elimina los microorganismos peligrosos, y podrías terminar con una intoxicación alimentaria de campeonato.

2. Pedir prestado un cepillo de dientes: ¿qué tan malo es realmente?

Tal vez pienses que compartir el cepillo con tu pareja no es gran cosa, pero estás intercambiando algo más que amor: bacterias, virus y hasta hongos. Si uno de los dos tiene encías sangrantes o herpes oral, los riesgos de transmisión aumentan. Mejor, usa enjuague bucal o un dedo con pasta dental en situaciones de emergencia.

3. Besar a tu perro: tierno pero riesgoso

Amas a tu perro, pero ¿sabías que su boca no es precisamente higiénica? Los perros lamen de todo, desde su pelaje hasta cosas que definitivamente preferirías no imaginar. Aunque las zoonosis (enfermedades transmitidas de animales a humanos) son raras, personas con sistemas inmunológicos débiles deben evitar el contacto directo con la saliva de sus mascotas.

¿Es verdad que las mascotas se parecen a sus dueños?

4. Beber de botellas sin lavar: una fiesta de bacterias

Esa botella reutilizable que llevas a todos lados es un caldo de cultivo para bacterias si no la lavas con frecuencia. Aunque tu propia flora bucal no suele hacerte daño, si la botella entra en contacto con superficies sucias y no se limpia correctamente, podría convertirse en un foco de infección. Lávala cada pocos días con jabón o una mezcla de agua y vinagre.

5. No usar jabón al lavarse las manos

Usar solo agua no elimina los gérmenes, de hecho, podría ser peor que no lavarse. El jabón es esencial para eliminar bacterias y virus que podrían llegar a tu boca o alimentos. Recuerda: un lavado de manos adecuado dura al menos 20 segundos.

6. Orinar en el agua: ¿realmente es tan malo?

En la ducha no es gran problema, ya que la orina es estéril en la mayoría de los casos. Pero en piscinas, la cosa cambia. Aunque el cloro neutraliza muchos microbios, las combinaciones químicas con la orina pueden irritar la piel y ojos. La próxima vez, mejor usa el baño.

7. Reventar granos: un placer peligroso

Sabemos que es tentador, pero reventar granos puede causar infecciones e incluso cicatrices permanentes. Al exprimirlos, las bacterias pueden ingresar a la piel y provocar inflamaciones peores. Si no puedes resistirte, asegúrate de hacerlo con las manos limpias y desinfectar la zona.