Rosario Castellanos, nació en la Ciudad de México un 25 de mayo de 1925, fue una narradora y poeta mexicana; este último género literario le ha valido ser considerada una de las poetas más importantes del siglo XX en México. Rosario Castellanos tuvo una vida digna de admiración; por ello, repasamos algunas datos de la multifacética escritora.
Rosario Castellanos fue una de las escritoras mexicanas más importantes del siglo XX, nacida en 1925 en Ciudad de México, aunque se mudó siendo pequeña a Comitán, Chiapas, junto con su familia. Mientras estudiaba la secundaria, hubo dos acontecimientos que la marcaron de por vida: la muerte de su hermano menor y el entorno de desigualdad que se vivía en las fincas debido al Porfiriato hacia la población indígena.
A los 25 años, Castellanos regresó a la Ciudad de México para estudiar en la Facultad de Filosofía y Letras, en donde conoció a destacados autores como Jaime Sabines, Dolores Castro, Ernesto Cardenal y Augusto Monterroso. En Madrid complementaría su formación con cursos de estética y estilística.
Castellanos fue una autora prolífica tanto de narrativa como de poesía, por lo que existe una gran cantidad de obras destacadas, algunas de ellas consideradas como los mejores libros escritos por autores mexicanos. Algunas de sus novelas más importantes Balún Canán, Ciudad Real y Álbum de familia. En ellas, defendía la idea del mestizaje y de la preservación de las culturas nativas del país.
Por otro lado, logró consagrarse en la poesía; así, Trayectoria del polvo y Lívida luz son dos obras fundamentales para la idea feminista, así como Poesía no eres tu y Cartas a Ricardo. En la dramaturgia, El eterno femenino es quizás su obra más conocida.
Quisimos aprender la despedida
y rompimos la alianza
que juntaba al amigo con la amiga.
Y alzamos la distancia
entre las amistades divididas.
Para aprender a irnos, caminamos.
Fuimos dejando atrás las colinas, los valles,
los verdeantes prados.
miramos su hermosura
pero no nos quedamos.
Ahora estoy de regreso.
Llevé lo que la ola, para romperse, lleva
—sal, espuma y estruendo—,
y toqué con mis manos una criatura viva;
el silencio.
Heme aquí suspirando
como el que ama y se acuerda y está lejos.
Me vio como se mira al través de un cristal
o del aire
o de nada.
Y entonces supe: yo no estaba allí
ni en ninguna otra parte
ni había estado nunca ni estaría.
Y fui como el que muere en la epidemia,
sin identificar, y es arrojado
a la fosa común.
¿Qué se hace a la hora de morir? ¿Se vuelve
la cara a la pared?
¿Se agarra por los hombros al que está cerca y oye? ¿Se echa uno a correr, como el que tiene
las ropas incendiadas, para alcanzar el fin?
¿Cuál es el rito de esta ceremonia?
¿Quién vela la agonía? ¿Quién estira la sábana?
¿Quién aparta el espejo sin empañar?
Porque a esta hora ya no hay madre y deudos.
Ya no hay sollozo. Nada, más que un silencio atroz.
Todos son una faz atenta, incrédula
de hombre de la otra orilla.
Porque lo que sucede no es verdad.
Porque éramos amigos y a ratos, nos
amábamos;
quizá para añadir otro interés
a los muchos que ya nos obligaban
decidimos jugar juegos de inteligencia.
Pusimos un tablero enfrente
equitativo en piezas, en valores,
en posibilidad de movimientos.
Aprendimos las reglas, les juramos respeto
y empezó la partida.
Henos aquí hace un siglo, sentados,
meditando encarnizadamente
como dar el zarpazo último que aniquile
de modo inapelable y, para siempre, al otro.
¿Identificas las carreras donde puedes explotar tu interés por las finanzas y los negocios? Descubre…
En algún momento de la vida, todos podemos llegar a sentir momentos de soledad, y…
Las ecuaciones no solo están en los libros de matemáticas; están en la historia. Conoce…
¡La UAM Xochimilco tiene una gran noticia para ti! Se ha inaugurado la nueva clínica…
Bluesky Social, la red descentralizada que está dando de qué hablar, podría ser la alternativa…
Los ajolotes son una especie en peligro crítico de extinción, pero podemos hacer algo por…
Leave a Comment