Imagina un mundo sin reglas ortográficas claras, donde cada autor, impresor o intelectual decidía cómo debía escribirse una palabra. Antes de la RAE, el español era un campo de batalla lingüístico, con múltiples teorías sobre qué era “correcto”. En el siglo XVIII, mientras la Real Academia Española (fundada en 1713) comenzaba a estandarizar el idioma, otros gramáticos como Salvador José Mañer ya habían propuesto sus propias normas.
Su obra, Methodo ilustrado de las más precisas reglas de orthographia española (1730), fue un intento pionero por sistematizar la escritura, adelantándose incluso a la primera ortografía académica de 1741. Pero, ¿quiénes eran estos precursores y por qué sus ideas fueron clave?
Una década antes de la RAE publicar su Orthographia española, Mañer presentó un método didáctico para aprender a escribir. Influenciado por debates anteriores (como los de Mateo Alemán en 1609), su obra buscaba simplificar reglas y eliminar inconsistencias. A diferencia de la Academia, que luego impondría normas basadas en el “uso culto”, Mañer priorizaba la claridad y la fonética.
La obsesión por regular el español no empezó en el XVIII. En 1492, Antonio de Nebrija publicó la primera gramática del castellano, sentando bases que luego discutirían autores como Mateo Alemán. En su Ortografía castellana (1609), Alemán proponía eliminar letras “innecesarias” (como la *h* muda), una idea revolucionaria antes de la RAE.
La época de Mañer fue un hervidero de ideas. Mientras la RAE buscaba unificar criterios, otros autores defendían sistemas alternativos. Algunos, como Benito Jerónimo Feijoo, criticaban que las normas académicas fueran demasiado rígidas. ¿El resultado? Una pugna entre tradición y modernidad que moldeó el español actual.
Si quieres explorar estos tratados antes de la RAE, obras como el Methodo ilustrado de Mañer se conservan en bibliotecas especializadas, como la Biblioteca José Manuel Rivas Sacconi (ICC). Son documentos fascinantes que muestran cómo el idioma estuvo en constante evolución.
Antes de la RAE, la ortografía española era un rompecabezas sin resolver. Gramáticos como Mañer y Alemán fueron visionarios que, aunque hoy sean poco conocidos, sentaron las bases de lo que luego la Academia consolidaría. Su legado demuestra que el lenguaje no es estático, sino el reflejo de luchas intelectuales, innovaciones y, a veces, rebeliones contra lo establecido.
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