Si postergas tareas de suma importancia, para hacer otras cosas “menores” porque crees que “trabajas mejor bajo presión”, debes dejar de procrastinar. Aquí te decimos qué es y cómo evitar que afecte tu vida cotidiana.
La palabra procrastinación proviene del latín procrastināre, que se puede traducir como “dejar para el futuro” o “postergar“. Es decir, procrastinar es la acción de postergar o posponer actividades -o incluso situaciones- que son ineludibles, y en su lugar se realizan otras de menor importancia.
En este sentido, la primera idea que viene a la mente es que las tareas se aplazan por pereza, flojera u holgazanería; sin embargo, es importante señalar que existen niveles de procrastrinación: el eventual y el crónico.
Como su nombre lo refiere, ocurre cuando en contadas ocasiones una tarea crucial se sustituye por una actividad no urgente. Sentimos la necesidad de hacerla porque nos ayuda a olvidarnos por un momento de lo que tenemos que hacer.
Por otro lado, la constancia de este hábito se puede volver crónico, afectando diferentes situaciones en la vida cotidiana de la persona. Y es que suelen reemplazar sus diversas obligaciones por algo más placentero o de menor importancia, pero con el tiempo tiene efectos en nuestra salud mental y física, tales como el estrés crónico, ansiedad, síntomas de depresión e incluso hipertensión y enfermedades cardiovasculares.
De acuerdo con expertos, comoTim Pychyl, miembro del Grupo de Investigación sobre Procrastinación en la Universidad Carleton en Otawa, Canadá, tal parece que “la procrastinación es un problema de regulación de emociones, no un problema de gestión de tiempo”.
La particular sensación de no querer hacer tal o cual tarea, puede deberse a pensamientos y sentimientos que tenemos respecto a esa tarea, y es que podemos dudar de nuestra capacidad para realizarla con éxito. Es decir, la inseguridad se apropia de nosotros y otros síntomas como ansiedad pueden hacerse presentes.
En otras palabras, el estudio de Pychyl y Sirois revela que, en esencia, procrastinamos por “la urgencia inmediata de administrar los estados de ánimo negativos” antes que dedicarnos a las tareas.
Si has aceptado tener este hábito, y antes de que se convierta en un trastorno de comportamiento, puedes adoptar una estrategia para corregirlo. Lo primero es recordar que si pospones acciones cruciales para tu vida, también estás posponiendo lograr tus metas y el éxito.
Así que, propónte firmemente llegar a tus metas y pon en práctica estos pasos para dejar de procrastinar por completo. ¡Ojo!, esto no significa que no puedas darte tiempo para descansar y relajarte en ciertos momentos.
Como señalábamos anteriormente, en muchos casos procrastinamos debido a los miedos o inseguridades que tenemos hacia la tarea a realizar, y si es constante es necesario visitar a un especialista para que nos ayude a corregir de raíz el problema.
Pero si el caso es que solo postergamos porque creemos “trabajar mejor bajo presión” hay que dejar de lado esa excusa y pensar que podríamos cometer errores graves o innecesarios que nos lleven a fracasar.
No importa cómo inicies pero hazlo y verás que poco a poco vas a modificar aquello que creas necesario o conveniente. Y es que el principal motivo para aplazar las cosas es porque nos da miedo que no nos salga bien o como esperamos, pero una vez que comenzamos esos pensamientos tienden a diluirse.
No obstante, si a mitad de la realización de tu tarea nuevamente sientes la necesidad de parar y postergar, respira profundo, bebe un poco de agua y piensa que has hecho lo más difícil y que si ya has llegado hasta allí, sin duda puedes avanzar un poco más.
Independientemente de los plazos que te hayan sido asignados, establece plazos límites para terminar antes de la entrega. Organiza un horario en que realmente no tengas distracciones y sea flexible para ti mismo.
Si realmente quieres dejar de procrastinar, un punto muy importante es tener siempre en mente tus objetivos; pero, además, puedes pensar en la consecuencia que tendrá el que termines la terea a desarrollar. Es decir, visualiza más allá de simplemente terminar con la actividad a realizar: no solo llegarás a la menta, sino que podrás disfrutar de las recompensas.
Ahora bien, para desarrollar las tareas necesarias es vital que tú estés en las mejores condiciones para llevarlas a cabo. En otras palabras, debes asegurarte de gestionar tus tiempos de descanso y alimentación para que tu cuerpo y mente se provean de energía.
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