Elegir como pareja a una buena persona con la que seamos compatibles es fundamental para nuestro bienestar. A este respecto, es importante que estemos atentos a las red flags y que no debemos ignorar en toda relación.
Las red flags son banderas rojas, signos de alarma que llaman nuestra atención respecto a un comportamiento o un pensamiento de la otra persona que puede resultar dañino o incompatible con nosotros. Estas pueden ser de diversa índole.
Algunas tienen un carácter general y afectan a cualquier tipo de relación; por ejemplo: faltas de respeto, maltrato físico o verbal, manipulación, invalidación de los sentimientos…
Otras están relacionadas específicamente con lo que cada uno de nosotros buscamos en un vínculo afectivo. Se refieren a la existencia o la ausencia de un proyecto común, de ideales similares o de un estilo de vida compatible. Por ejemplo, si una de las personas quiere formar una familia y la otra no desea tener hijos.
Identificar las red flags a tiempo puede no ser siempre sencillo. Por ello, a continuación analizaremos algunas de ellas.
Desde que hemos conocido a esta persona, hemos comenzado a abandonar nuestros pasatiempos, intereses y aficiones para amoldarnos a los de la otra persona.
Hemos dejado de frecuentar a nuestros familiares, nuestras amistades y nuestros conocidos; nuestra vida se reduce, cada vez más, a la pareja.
Quizá nos aislamos de los demás para evitar malas caras o actitudes hostiles o indiferentes de nuestra pareja que surgen cuando decidimos socializar.
Recordemos que nuestras emociones siempre son válidas y tenemos derecho a sentirlas, a expresarlas y a recibir empatía por parte de nuestra pareja. Pero si esta nos acusa de dramatizar o exagerar cuando exponemos desagrado o desacuerdo, estamos ante una importante bandera roja.
Si tenemos que ocultarles a nuestros seres queridos ciertos aspectos de la relación por miedo a que nos critiquen o nos insten a dejar a nuestra pareja, no lo pasemos por alto.
De todas las red flags, una de las más significativas es percibir el futuro en pareja con miedo, tristeza o desesperanza. Crear una vida en común debe generar ilusión y tranquilidad, debe hacernos sentir que estamos en el lugar correcto. Si vemos el futuro como una lucha o una renuncia constante, sin duda, algo no está bien.
Estas nos ayudan a irnos a tiempo, cuando detectamos una red flag, nuestro primer impulso suele ser tratar de solucionarlo. Pensamos que la brecha no es tan grande, que es posible acercar posturas o que no debemos ser tan exigentes. Así, seguimos adelante hasta que la situación se vuelve insostenible, pero en realidad no hay razón para seguir en una situación así.
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