El 65 por ciento de los músicos que tocan instrumentos de arco tendrá algún padecimiento por mala postura, lo que ocasiona que sus carreras sean truncadas por males prevenibles.
En la década de los 30 una enfermedad golpeó con fuerza al gran músico norteamericano Louis Armstrong. Resulta que este trompetista padeció la ruptura de los micromúsculos labiales así que tuvo que dejar de lado su faceta como músico y convertirse en cantante.
El trompetista padecía lo que luego, en su honor, se conocería como el síndrome de Satchmo (el apodo de Louis). Consiste en la ruptura del músculo orbicular de la boca; esa microrroturas —si no se atienden— cicatrizan solas y forman uno o varios quistes fibrosos en el músculo, lo que imposibilita a los músicos a continuar con su carrera profesional normal.
“Esa enfermedad se clasificó en la década de los 80, cincuenta años después de que le ocurriera a este músico” cuenta Fabio Caselli, primer embajador de la Cultura de Florencia en el mundo. Florencia, capital de la región Toscana, es conocida mundialmente como una ciudad de cultura donde el arte y el pensamiento del Renacimiento florecieron.
“Tenemos una versión muy romántica del músico, como del siglo XIX, así que nadie se enfoca en las enfermedades profesionales de los músicos, pero existe una investigación y el 65 por ciento de los músicos que tocan instrumentos de arco tendrá enfermedad de esa índole en su vida. Un violinista toca su instrumento en una posición poco natural, así que la prevención juega un papel fundamental”.
Caselli cuenta que el abordaje sobre las enfermedades que sufren los músicos es muy reciente. “Todavía son muy pocos los países en el mundo que reconocen como enfermedad profesional las enfermedades de los músicos” lamenta.
Debido a que infinidad de músicos deben cambiar de carrera o enfrentar sus enfermedades sin apoyo económico porque las pólizas no los protegen, Fabio Caselli resalta la importancia de formar músicos que estén preparados para ese y otros desafíos del mundo musical.
En la Academia de Arte Florencia, la primera y única universidad reconocida por México que representa a Italia, se ofrece la licenciatura en composición musical, pero manejan un modelo integral que responda a las necesidades contemporáneas de músicos o ejecutores, pues el mundo moderno exige otro acercamiento.
“Cuando estudié en el Conservatorio solo se nos pedía que como músicos tuviéramos la capacidad de tocar y componer, esa era la proyección hasta la muerte, mientras que ahora un músico tiene infinidad de facetas y trabajos diferentes. Hace 150 años ningún músico tenía la necesidad de saber escribir música para comerciales o programas de televisión” explica el presidente-rector de la Academia de Arte Florencia.
Las exigencias del mercado son otras, así que además de la formación artística se educa para que tenga una mente más abierta y, sobre todo, con más información.
Además de las asignaturas normales, los aspirantes a músicos se forman bajo los preceptos del yoga.
Fabio Caselli explica que el cuidado del cuerpo está relacionado con un elemento fundamental: el conocimiento. “Si lo conoces lo puedes cuidar mejor, pero dentro de la formación tradicional de un músico esto no es enseñaba, mientras que ahora se sabe que el conocimiento de la fisiología es muy importante para lograr un desempeño artístico óptimo.
“En los siglos pasados no se sabía nada, pero la historia nos ha enseñado cuáles son las enfermedades que pueden golpear a los músicos, y ahora contamos con información y con la tecnología para prevenirlas” puntualiza.
Pero más allá del cuidado del cuerpo, está la conformación de una nueva generación de músicos todoterreno.
Además de las clases tradicionales, los alumnos se organizan en equipos y producen pequeños cortos de cine. “Este ejercicio sirve para que entiendan el mundo del cine y cómo trabajan los directores”. En la Academia Florencia varios profesores escriben música para cine, teatro o comerciales, así que les transmiten esa experiencia y conocimientos a sus alumnos.
Además de estos ejercicios, el alumnado recibe clases de mercadotecnia y de artes plástica. “El músico de hoy tiene que ser manager de sí mismo, así que deben saber cómo se monta un festival o cómo se realiza la música para una obra de teatro” resalta Caselli.
Esta generación de músicos preparados en diversos ámbitos echará por tierra el cliché de que el músico se muere de hambre, que no puede vivir decorosamente de su trabajo.
“Uno de nuestros egresados se convirtió en el asistente de la directora de orquesta mexicana Alondra de la Parra, mientras que otro escribió la música para un espectáculo sobre Maximiliano de Habsburgo que se presenta en el Castillo de Chapultepec” finaliza el director de la Academia.
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