Los gatos son criaturas de hábitos peculiares: duermen cuando quieren, ignoran órdenes con elegancia y siempre encuentran el lugar más cómodo para descansar. Curiosamente, muchos estudiantes adoptan una personalidad de gato sin darse cuenta. ¿Acaso no es igual despertarse a las 11 AM, saltarse lecturas “aburridas” y ponerse a estudiar a las 3 AM como si fuera una misión secreta?
Por cierto, ¿sabías que el Día Internacional del Gato (8 de agosto) fue instaurado por el Fondo Internacional para el Bienestar Animal? Una excusa perfecta para celebrar… o para justificar nuestra próxima siesta entre apuntes.
Si sospechas que tu vida académica está gobernada por instintos felinos, aquí tienes las señales definitivas.
Los gatos duermen entre 12 y 16 horas al día. Tú no te quedas atrás: trasnochar viendo series y recuperar sueño en clases online es tu especialidad. “Es que el cerebro necesita descanso”, dices, mientras tu libro de texto sigue intacto.
Como un gato que ignora a su dueño, tú pospones trabajos hasta el último segundo. “Empiezo mañana” es tu mantra, hasta que el plazo es en 3 horas y te transformas en un prodigio de productividad… bajo presión.
Prefieres estudiar solo, pero cuando el proyecto es grupal, esperas que alguien tome la iniciativa (como un gato que maúlla para que le abran la puerta, pero luego se va).
Los gatos son más activos de noche… y tú también. Tus mejores ideas surgen a las 2 AM, justo cuando deberías estar durmiendo. ¿Power nap a las 5 PM? Imprescindible.
Ni la silla incómoda ni el ruidoso café: necesitas tu rincón perfecto, como un gato eligiendo el único sofá donde nadie más puede sentarse.
“¿Estás estudiando?” —preguntan—. Tú respondes con una mirada gatuña que dice: “¿En serio me hablas ahora?”.
Dejas todo para el final, pero en el último momento atrapas la información como un felino acechando su presa. Eficaz, pero estresante.
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Un rayo de luz entra por la ventana y, de repente, olvidas los exámenes. ¿Qué mejor momento para un descanso?
Como un gato que aparece mágicamente al abrir una lata, tú surges cuando alguien menciona “pizza” en la biblioteca.
Te interesa un tema nuevo, lo investigas frenéticamente y, al rato, lo abandonas como un gato que deja su juguete olvidado.
Si al menos 5 de estas señales te describen, felicidades: tienes personalidad de gato en su versión estudiantil. No es malo: los felinos son inteligentes, adaptables y saben descansar cuando es necesario (algo que muchos universitarios olvidan). Eso sí, procura no dejar todo para el último minuto… o al menos asegúrate de tener un café tan fuerte como tu instinto de supervivencia académica.
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