¿Alguna vez te has encontrado comprando, escuchando o vistiendo algo casi por inercia, arrastrado por una corriente invisible? ¿Has sucumbido al hype de los Labubu o de alguna otra tendencia que explotó en redes sociales? Lejos de ser un acto superficial, seguir modas es un comportamiento profundamente humano, enraizado en nuestra psicología y necesidad de conexión.
No se trata solo de estar “in” o “out”; es un complejo baile entre nuestra identidad individual y nuestro yo social. En esta nota, desglosamos las razones científicas y sociales que responden a la gran pregunta: ¿por qué seguimos modas? Para usar un ejemplo concreto usaremos el caso concreto de los Labubu, esos enigmáticos muñecos de vinilo que conquistaron a millones, como el ejemplo perfecto para entender este fenómeno global.
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La psicología social explica el comportamiento de seguir modas o tendencias a través del Principio de Conformidad, donde constantemente influimos y somos influenciados por los demás en un ciclo de aprobación social. Al mismo tiempo, la sociología propone una relación triangular cada vez que elegimos una prenda o un objeto de consumo: refleja cómo somos, cómo nos gustaría ser y cómo queremos que nos vean. Profundicemos en los 7 motores que nos impulsan a seguir la corriente.
En el corazón de por qué seguimos modas late el Principio de Conformidad. Como seres sociales, estamos programados para buscar la aceptación del grupo. Vestir, coleccionar o hablar de lo mismo que nuestra tribu reduce el riesgo de exclusión. Los Labubu no solo son muñecos; son un código social, un símbolo de pertenencia a una comunidad global que comparte un mismo lenguaje estético. Seguir esta tendencia es, en esencia, un acto de cohesión grupal.
El impacto de este muñeco coleccionable ha permitido Impulso en la presencia digital de Pop Mart, con comunidades de coleccionistas que viralizan cada lanzamiento de Labubu. ¿Quieres saber más sobre los alcances de los Labubu en el mercado?
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La moda es una herramienta narrativa. Elegimos ciertas tendencias porque resonan con la historia que queremos contar sobre nosotros mismos. Un Labubu puede representar una personalidad juguetona, un gusto por el arte urbano o una conexión con la cultura pop asiática. A través de estos objetos, contestamos sin palabras la pregunta “¿quién eres?”.
Los diseñadores y publicistas son maestros en asociar sus creaciones con personas socialmente relevantes y creíbles. Cuando un artista, influencer o celebridad que admiramos adopta una moda, su atractivo se transfiere al producto. Esta validación por parte de figuras de autoridad o con “cool factor” acelera nuestra aceptación y deseo.
La influencia es exponencial en nuestro círculo íntimo. Si tus amigos más cercanos o familiares se entusiasman con los Labubu, la tendencia deja de ser abstracta y se vuelve tangible y deseable. Este micro-entorno actúa como una cámara de eco que normaliza y celebra la adopción de la moda, haciendo que sumarse sea casi natural.
Las modas actuales son percibidas como diversas, accesibles y efímeras. Esto crea una potente ilusión: creemos que nuestra elección es 100% libre y auténtica, no manipulada por una campaña de marketing. Esta sensación de autonomía nos hace bajar la guardia y abrazar la tendencia con mayor convicción, sintiendo que es un descubrimiento personal.
En la era digital, las tendencias estallan a velocidad de vértigo. Plataformas como TikTok o Instagram convierten fenómenos como los Labubu en un contenido omnipresente. El Fear Of Missing Out (FOMO) o miedo a quedarse fuera, se activa con fuerza. No participar significa desconectarse de la conversación global, una idea que genera ansiedad en un mundo hiperconectado.
Finalmente, el conformismo se acentúa cuando el acto de seguir la moda es público. Nuestras elecciones (la ropa, los accesorios, los muñecos en una repisa) están en constante exhibición, sujetas al juicio social. Adoptar una tendencia reconocida es una estrategia para obtener feedback positivo y reforzar nuestra posición dentro del grupo, minimizando el riesgo de crítica.
Sucumbir a las modas y tendencias, lejos de ser una simple frivolidad, es una manifestación compleja de nuestra naturaleza social. El caso de los Labubu es solo el ejemplo más reciente de un patrón eterno: el deseo de pertenecer, de definirnos y de conectar a través de símbolos compartidos.
Detrás de esa elección hay milenios de evolución social jugando contigo. Entender por qué seguimos modas es el primer paso para consumirlas de forma más consciente y, sobre todo, disfrutarlas sin culpa.
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