La Fórmula 1 no es solo un deporte de velocidad; es un ecosistema de personalidades, estrategias y disciplinas que, curiosamente, se parecen mucho al mundo académico. Cada escudería de la Fórmula 1 tiene un ADN único, y si miramos de cerca, ¡podrían ser el reflejo de distintas carreras universitarias! ¿Eres un Mercedes de Ingeniería, un Ferrari de Medicina o un Red Bull de Derecho? Aquí te lo explicamos.
Si estudias Ingeniería, tu escudería es Mercedes. Son los maestros de la eficiencia: calculan cada variable, optimizan hasta el último detalle y, cuando fallan, lo analizan con frialdad científica. Su lema podría ser “10 es la nota, lo demás es un lujo”. Como tú, saben que la perfección no existe, pero se acercan tanto que dan miedo.
Los estudiantes de Medicina son los Ferraris del mundo académico: históricos, intensos y con una capacidad sobrenatural para funcionar bajo estrés extremo. ¿Dormir? Opcional. ¿Ego? Alto como el de un cirujano que salva vidas a las 3 AM. Su vida es una montaña rusa de emociones, igual que Leclerc en la Q3.
Si tu carrera es Derecho, Red Bull es tu escudería. Dominan el arte de la argumentación, usan las reglas a su favor y nunca pierden una discusión (aunque no tengan razón). Son agresivos, polémicos y, como buen abogado, siempre tienen un “pero…” preparado.
Los futuros diplomáticos encajan en Alpine: hablan como si estuvieran en la ONU, manejan mil banderas y resuelven conflictos ajenos mientras los suyos son un desastre. Tienen clase, historia y un toque de tragedia griega detrás de su sonrisa profesional.
Los arquitectos son Aston Martin: café, ojeras y renders a las 4 AM. Tienen buen gusto, mil proyectos encima y cero vida social. Su talento es innegable, pero su mayor enemigo es el reloj (y las entregas de última hora).
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Si estudias Comunicación, eres un McLaren: sociable, conectado y siempre al tanto de los trends. Donde hay una cámara, ahí estás. Sabes transformar hasta el drama más absurdo en contenido viral, y tu agenda está llena de eventos.
Silenciosos pero letales, como Kick Sauber. Entre fórmulas, probetas y batas blancas, son capaces de crear magia (o veneno). Su mente es un laboratorio: calculan cada reacción, pero cuando sueltan su lado “rumba”, nadie lo ve venir.
Los economistas son como Andretti: aún no están en la F1, pero tienen proyecciones para 20 años. Planifican todo, desde un café hasta una recesión global, y su “plan B” tiene otras 25 letras del abecedario.
Sin ellos, el dinero no fluye. Son los contadores que cuadran hasta el último centavo, los organizadores de grupos de amigos y los que evitan que todo colapse. Eficientes, discretos y necesarios.
Los artistas son Williams: hacen maravillas con poco, son infravalorados pero indispensables. Su mente no duerme, y aunque vivan en modo “trabajo en progreso”, su obra siempre deja huella.
¿Te identificas con tu escudería asignada? La comparación puede ser un juego, pero no deja de ser curioso cómo el mundo del motor y el académico comparten rasgos. Si crees que mereces otro equipo, ¡déjanos tu versión en comentarios! 🚀
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