Probablemente te has topado con el término “inclusión forzada” en algún sitio de la red, sobre todo en redes sociales. Ahora más, ya que pareciera que últimamente no dejan de salir películas encasilladas en este término por el público. Por ejemplo, el live action de La Sirenita, con una protagonista afrodescendiente o Lightyear donde se expone un beso entre una pareja lésbica. Y bien ¿de qué trata este término tan polémico?
Para empezar, debemos entender por inclusión, aquel enfoque que responde de manera positiva a la diversidad de las personas y a las diferencias individuales para el enriquecimiento de la sociedad a través de la activa participación en todos los procesos sociales y culturales de personas de toda etnia, color, raza, orientación sexual, género, edad, aspecto y creencia”, esto según la UNESCO.
Básicamente, la inclusión va dirigida a garantizar que nadie quede excluido o fuera del entramado social.
Ahora bien, el término “inclusión forzada”, desde el cine y la televisión, se entiende como la modificación de ciertos personajes, previamente escritos, para incorporar narrativas diversas. De modo que personajes en su origen caucásicos, en su reescritura sean afrodescendientes. O un personaje masculino, pase a representarse con un personaje femenino, etc.
El “gran problema” que supone para algunos espectadores es que, al ejecutar estas reescrituras, las historias ya no cumplen las expectativas o “no se justifican” los cambios realizados. Entonces se les tacha de tener “inclusión forzada”.
Para empezar, debemos tener en mente que, desde los inicios del cine, con sus primeras proyecciones en 1895 en París, su enfoque ha sido el arte y el entretenimiento. Por esta razón, el cine estaba dirigido para aquellas personas que podían pagar por verlo, es decir, para la sociedad privilegiada: personas blancas, heterosexuales, cisgénero, apegadas a los cánones de belleza, sin neurodivergencias, ni discapacidades y con color, idioma y creencias afines a la clase dominante.
Más tarde, comenzaron a aparecer personajes de diversidad corporal, sexual, racial y étnica, pero sólo trazados con el fin de la opresión al ser representados con características negativas y peyorativas, donde al final el espectador de la sociedad privilegiada pudiese burlarse y pensarse desde la superioridad.
Entonces, en los últimos años, los medios de entretenimiento han modificado sus políticas inclusivas, por lo que la “inclusión forzada” está más presente en los contenidos que consumimos. Distintos medios ahora tienen cláusulas muy específicas que demandan la inclusión de la diversidad tanto en pantalla como detrás de ella.
La respuesta inmediata es: sí. Más que inclusión forzada, debería ser inclusión necesaria. Como bien señala Jimena Barrantes “no podemos llamar a la representación de diversidad ‘forzada’, dado que esto sería negar la existencia de quienes no forman parte del molde”.
En un mundo globalizado, la representación, que fácilmente se confunde con inclusión forzada, es más que necesaria. Reconocerse en los contenidos que consumimos, resulta necesario para construir una identidad basada en lo sano. Para aquellas personas que pueden encajar en los moldes, también es necesario tener conciencia de la diversidad, de la equidad y la igualdad.
No todo es color de rosa. La representación sirve para poco cuando está mal escrita.
Es cierto, sin contemplar que la inclusión la mayoría de las veces será una estrategia de marketing, muchas veces cae en el cumplimiento de una agenda donde lejos de dar una buena representación, se siguen perpetuando los estereotipos, historias y personajes mal escritos donde sólo llenan lugares.
Darle presencia a personajes y situaciones diversas, para representar distintos grupos de la sociedad, conlleva una gran tarea. Basta de personajes planos, secundarios, extremadamente vulnerables o poco adaptados.
Sin embargo… como sea, la inclusión y la representación no deja de ser necesaria. Si no ¿cuándo llega el cambio?
Que las generaciones jóvenes se empapen de contenidos llenos de diversidad. Que sepan de la existencia de aquellos espacios donde podrán tener una posibilidad para ser y para crear. Entonces, quizás un día lo que ahora sentimos como inclusión forzada sea la normalidad.
Fuentes: Magazine Larousse, Revista Dispersa, La mente es maravillosa.
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