Cuando ya comienzas tu vida laboral, emociona hablar del salario, de la remuneración económica; sin embargo, existe otro tipo de salario del que vale la pena hablar, pues resulta ser igual de interesante por lo que implica; hablamos del salario emocional.
Seguramente, cuando decimos salario emocional, las empresas -y tal vez tú mismo- traen como referencia prestaciones muy particulares; por emplo: mesas de ping pong, cómodas oficinas, salas de relajación y de videojuegos, jueves o viernes de cervezas, la admisión de mascotas al lugar del trabajo o la posibilidad de trabajar desde casa.
En realidad, el salario emocional es un complemento al económico, nunca lo sustituirá y funge como un conjunto de acciones suplementarias a las prestaciones monetarias que buscan incidir en el bienestar integral de los trabajadores.
Sirve como factor de retención y posicionamiento de marca para aquellos candidatos interesados en trabajar en una compañía.
Así es, el salario emocional necesita ser planeado con base en una estrategia integral que incida en los siguientes rubros:
La empresa debe hacer explícitos sus valores de forma que los colaboradores puedan identificarse con los propios.
Esto es más importante para generaciones más jóvenes, quienes prestan más atención al actuar de las compañías. Por ejemplo, algunas de esas actitudes a valorar son si una empresa:
Con ello, es más probable que sus trabajadores se sientan identificados y comprometidos con la empresa.
Dar a conocer los valores que rigen las acciones de la empresa tanto a nivel interno como externo, incluidos los grupos de interés; así como dar visibilidad a cómo estos se traducen en hechos y decisiones estratégicas.
Los departamentos de recursos humanos y comunicación de una empresa son fundamentales para este fin.
El paradigma del modelo que brinda las habilidades blandas y duras solo para desenvolverse en el puesto actual está cambiando. Y es que ahora se valora más que sugiera y fomente la adopción de aquellas habilidades que permitan desempeñarse en el presente y en futuros roles.
Para ello, la empresa necesita definir el trayecto del empleado (employee journey) respecto a las posiciones que puede ocupar en el mediano y largo plazo. Cabe señalar que todo ello será con base en la ruta de conocimientos que se propone adquirir.
Crear un área de aprendizaje y desarrollo encargada de crear un ecosistema de formación para todas las áreas de la empresa; o bien, contratar una plataforma de cursos en línea que ofrezca programas de enseñanza.
En el pasado quedó la frase de “dejar las emociones fuera del trabajo”. El Covid-19 nos mostró no sólo la imposibilidad de esto, sino que hizo evidente el impacto que estas tienen en el desempeño laboral.
Ofrecer cursos de mindfulness y de estrategias para balancear vida personal – trabajo, así como de bienestar digital enfocado en la gestión del tiempo y buenas prácticas de buen uso de las herramientas tecnológicas.
Relacionado al punto anterior, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) “la depresión es la principal causa mundial de discapacidad y contribuye de forma muy importante a la carga mundial general de morbilidad”(1).
El binomio emociones – salud física está íntimamente ligada por lo que mitigar el impacto negativo de afecciones emocionales para evitar que se traduzcan en enfermedades corporales será algo a lo que las empresas deberán prestar cada vez más atención.
De ahí que establecer políticas enfocadas en un buen cuidado de la salud física de los empleados se vuelve tan importante como llegar a los resultados del mes.
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