Se denomina “efecto Mozart” a la serie de supuestos beneficios que produce el hecho de escuchar la música compuesta por Wolfgang Amadeus Mozart.
Estas teorías suponen que su música mejora de forma temporal el razonamiento espacio-temporal y la memoria a corto plazo. No obstante, dicho efecto continúa siendo objeto de investigación y hay muchas opiniones que lo ponen en duda. Por ejemplo, el biólogo Nicholas Spitzer de la Universidad de California cuestionó la existencia del efecto Mozart a partir de sus interpretaciones de un estudio, donde señaló que no se mostraba ningún efecto en la actividad o capacidad cerebral por escuchar música de Mozart.
Por otro lado, un estudio llevado a cabo por neurólogos de la Universidad de Maryland (EE. UU) ofrece una pista sobre las posibles bases fisiológicas del presunto efecto Mozart. Los autores del trabajo recopilaron datos sobre un tipo de célula presente en el área de procesamiento primario del cerebro durante el desarrollo temprano.
Así, hasta ahora se pensaba que las llamadas neuronas de la subplaca formaban parte de un andamiaje estructural sin función en la transmisión de información sensorial. No obstante, el experimento descubrió que sí que conducen señales. Este hallazgo respaldaría investigaciones anteriores que documentaban actividad cerebral de los fetos, hasta ahora sin localizar, en respuesta al sonido.
Las citadas células nerviosas están entre las primeras que integran la corteza cerebral, región que controla la percepción, el razonamiento abstracto, el lenguaje y la memoria.
En 1993, la psicóloga Francesa Rauscher, de la Universidad de California, describió los efectos positivos de la música clásica en pruebas de razonamiento espaciotemporal. En su artículo Music and Spatial Task Performance, publicado en la revista Nature, se observaron a 36 estudiantes que escucharon durante 10 minutos la sonata para dos pianos en re mayor KV 448/375a (incluida en el catálogo Köchel).
El estudio se hizo con tres grupos de alumnos de instituto a los que se les destinó tareas distintas:
¿Los resultados? Los investigadores encontraron que los alumnos que habían escuchado a Mozart obtuvieron puntuaciones más altas que los alumnos de los demás grupos.
Sin embargo, la propia Francesca Rauscher ha dejado deja claro más tarde que no existe evidencia científica de que al escuchar algún tipo de música se incremente la inteligencia. Otra investigación posterior revela que las sonatas de Mozart son agradables para el oído, pero que de ahí no se puede deducir que potencien la inteligencia de los niños.
Fuente: Muy Interesante
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