¿Alguna vez has sentido que tu cerebro funciona de manera distinta al de los demás? Ser neurodivergente o la neurodivergencia no es una enfermedad, sino una variación natural en el procesamiento cognitivo y emocional. Personas neurodivergentes —como aquellas con TDAH, autismo, alta sensibilidad (PAS) o pensamiento arborescente— suelen experimentar el mundo de forma más intensa, creativa y, a veces, abrumadora.
El término “neurodivergente” se refiere a personas cuyo funcionamiento cognitivo, emocional o sensorial difiere de lo considerado típico o “neurotípico”. Según investigaciones en psicología y neurociencia (como las de Judy Singer, quien acuñó el concepto en los 90), la neurodivergencia abarca condiciones como el autismo, TDAH, dislexia, síndrome de Tourette y alta sensibilidad (PAS). No es un trastorno, sino una variación natural del cerebro humano, con desafíos únicos pero también fortalezas excepcionales, como creatividad, pensamiento lateral y empatía profunda. La neurodiversidad —idea central del movimiento— defiende que estas diferencias deben ser aceptadas, no “curadas”.
Si siempre te has preguntado por qué te agotan las multitudes, por qué tienes una honestidad “incómoda” o por qué tus amistades son pocas pero profundas, esto podría interesarte. Aquí desglosamos 11 señales comunes (no diagnósticas) que muchas personas neurodivergentes comparten.
Si tu círculo social es pequeño pero tus vínculos son profundos, podrías ser neurodivergente. Las personas atípicas suelen priorizar conexiones auténticas sobre la cantidad, evitando relaciones superficiales que les resulten agotadoras.
¿Te indigna la desigualdad o la falta de ética, incluso cuando no te afecta directamente? Muchos neurodivergentes tienen un sentido de justicia hiperdesarrollado, llegando a defender causas aun en su propio perjuicio.
Una idea lleva a otra, y otra, y otra… Este flujo de asociaciones aceleradas es típico en mentes neurodivergentes, haciendo que sean brillantes en innovación pero, a veces, caóticas en la organización.
Las fiestas, reuniones o incluso chats grupales pueden dejarte exhausto(a). La saturación social es común, y muchos necesitan días para recuperarse.
No solo entiendes lo que otros sienten: lo experimentas físicamente. Esta hiperempatía puede ser abrumadora, especialmente en entornos cargados de emociones negativas.
Desde texturas de ropa hasta sonidos repetitivos, los neurodivergentes suelen tener preferencias muy marcadas debido a una sensibilidad sensorial elevada.
¿Los cambios inesperados te generan ansiedad? ¿O, por el contrario, te estresa tener planes fijos? La necesidad de control o flexibilidad extrema es otra señal.
Desde horarios de trabajo hasta convenciones sociales, muchas personas neurodivergentes desafían estructuras rígidas, buscando formas alternativas de funcionar.
“¿Realmente quieres que te diga la verdad?” Para algunos neurodivergentes, la sinceridad es incuestionable, lo que puede chocar en entornos donde priman las conveniencias sociales.
Si algo te interesa, eres hiperproductivo(a); si no, parece que tu cerebro “se apaga”. Esta polarización es común en TDAH y otras neurodivergencias.
Si la etiqueta PAS resuena contigo —por tu profundidad emocional, sobrestimulación sensorial o necesidad de soledad—, podrías estar en el espectro neurodivergente.
Ser neurodivergente no es un defecto, sino una forma distinta de habitar el mundo. Si te identificas con varias de estas señales, explorar más sobre el tema podría ayudarte a entender mejor tus necesidades y fortalezas.
¿Cuántas de estas características reconoces en ti?
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