Desde el año 1997 cada 24 de octubre se celebra en varios países el Día Internacional de las Bibliotecas. Una fecha que busca resaltar la importancia que tienen este tipo de edificaciones para la historia humana como resguardo de su cultura, de sus escritos, de sus creencias. Sin embargo, estos espacios que albergan el conocimiento, no están exentos de sufrir diversos inconvenientes que ¡sí!, en ocasiones terminan en ser bibliotecas que desaparecieron. ¿Quieres saber cuáles fueron las que representaron un gran pérdida para el mundo? Sigue leyendo.
Por muy loco que suene, la destrucción de bibliotecas ha sido una práctica habitual, a causa de las guerras o por fanatismo ideológico y religioso. Esta es una lista de algunas bibliotecas que desaparecieron o fueron destruidas, mejor dicho.
Fue el foco de la cultura helénica, promovido por la dinastía ptolemaica (los sucesores de Alejandro Magno que gobernaron Egipto hasta su conquista por Roma). Compilaba todo el conocimiento de la época: en palabras de Vitruvio, era “la editorial más grande de la Antigüedad”. Sería pasto de las llamas durante el asedio de Julio César a la ciudad, aunque la destrucción fue parcial.
No obstante, la total desaparición de los libros de la biblioteca alejandrina sigue siendo una interrogante para los historiadores. ¿Fue la biblioteca víctima de un incendio en época de César, de la hostilidad de los cristianos o de los conquistadores musulmanes?
La segunda biblioteca en importancia del periodo helenístico, después de la de Alejandría, fue la de Pérgamo, especializada en filosofía -principalmente la estoica- a diferencia de aquella, que brilló por sus colecciones de literatura y crítica gramatical. Se cuenta, y Umberto Eco lo utilizó abiertamente en El nombre de la rosa, que en Pérgamo se guardaron sin publicarse durante 100 años los manuscritos de Aristóteles, y que únicamente cuando llegaron a Roma, la insistencia de Cicerón hizo que vieran la luz.
Después del éxito de la Primera Cruzada, los caballeros cristianos sitiaron Trípoli durante más de seis años. La ciudad cayó al fin el 12 de julio de 1109. Los cruzados la saquearon y, entre otras muchas tropelías, prendieron fuego a la Biblioteca de Trípoli (Libia) con sus cien mil “perversos” volúmenes.
El tirano griego Pisístrato, gobernador de Atenas en el siglo VI a.C., fue un mecenas de las artes y las letras que inició la construcción de teatros y reunió en su biblioteca grandes obras del período, como la Odisea y la Ilíada de Homero. La colección fue saqueada por el rey persa Jerjes, hijo de Darío I el Grande.
La denominada Biblioteca perdida de Iván el Terrible, también conocida como Biblioteca Dorada, se especula que es una colección de hasta 800 libros raros, únicos o de gran valor, tal vez provenientes de bibliotecas de Constantinopla y Alejandría, que podría haber pertenecido al príncipe de Moscovia Iván III por su matrimonio con la princesa bizantina Sofía Paleóloga, quien habría trasladado la colección a Rusia.
Uno de estos lugares, hoy prácticamente olvidado, es Nalanda, universidad y biblioteca fundamental de la Edad Media en la India, cuya importancia se extendía hasta llegar más allá de China. La biblioteca era una de las más importantes de toda Asia, y no solo tenían libros sagrados, ya que necesitaban textos sobre gramática, lógica, astrología, astronomía, medicina… algo que convirtió a esta biblioteca en uno de los lugares más importantes de su época.
Sin embargo, Nalanda, como otros grandes centros del conocimiento, fue arrasada por la Dinastía Mameluca de Delhi en el siglo XIII. A partir de ese momento, y privada de sus grandes edificios y biblioteca, la universidad cayó en una decadencia prolongada y fue una de las bibliotecas que desaparecieron tras ser olvidada.
La Gran Biblioteca de Bagdad, conocida como la Casa de la Sabiduría, fue presa del saqueo por parte de los mongoles en el año 1258 de nuestra era. Siete siglos y medio más tarde, en 2003, la Biblioteca Nacional de Irak sufrió un incendio durante la invasión estadounidense en el que se quemaron un millón de libros. Días antes, una multitud había saqueado el recinto y se había llevado libros antiguos de Averroes y Avicena, entre otros autores.
En 1992, la Biblioteca Nacional de Sarajevo había sido incendiada en un ataque premeditado de la artillería serbio-bosnia. El fuego fue también el responsable de la destrucción de la biblioteca del Congreso de los Estados Unidos en el curso de la guerra librada entre Inglaterra y su entonces colonia.
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