«La crisis climática es una crisis de la salud: las mismas opciones insostenibles que deterioran nuestro planeta están provocando la muerte de seres humanos». Así lo señaló el Director General de la OMS, el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, a propósito de la más reciente campaña por el Día Mundial de la Salud (7 abril). Sin embargo, y dado que no solo se trata de hacer conciencia de un solo día, aquí dejamos indicios de que la crisis climática nos alcanzó y para muestra, aquí los siguientes datos que nos brinda la Organización Mundial de la Salud (OMS).
¡Así es! 😖 Casi toda la población mundial (el 99%) respira un aire que supera los límites de calidad del aire establecidos por la Organización Mundial de la Salud y que pone en peligro nuestra salud. Las partículas, especialmente las PM2,5, son capaces de penetrar profundamente en los pulmones y entrar en el torrente sanguíneo, causando impactos cardiovasculares, cerebrovasculares (ictus) y respiratorios. Cada vez hay más pruebas de que las partículas afectan a otros órganos y causan también otras enfermedades.
Por su parte, el dióxido de nitrógeno (NO2) se asocia a enfermedades respiratorias, sobre todo al asma, lo que provoca síntomas respiratorios (como tos, sibilancias o dificultad para respirar), ingresos hospitalarios y visitas a los servicios de urgencias.
Los mosquitos afectan la salud de las personas y de los animales más que cualquier otra plaga de insectos en cualquier lugar del mundo. Sobre todo, la picadura de mosquitos hembra transmite muchos agentes infecciosos que pueden provocar enfermedades como encefalitis, paludismo, dengue, chikunguña, virus Zika y fiebre amarilla.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que cada año unas 725.000 personas mueren por causa de enfermedades transmitidas por estos insectos. Y, según datos de la Fundación Bill Gates, el hombre es causante de 475.000 muertes al año.
Los fenómenos meteorológicos extremos, la pérdida de biodiversidad, la degradación del suelo y la escasez de agua provocan desplazamientos de personas y tienen efectos negativos sobre su salud.
Basta con traer a nuestra mente la cantidad de basura, especialmente plásticos, que van a nuestros océanos o hasta la cima de las montañas más altas; de manera que las especies de las cuales nos alimentamos llegan a ingerirlos y, de ahí prácticamente, se pueden convertir en parte de nuestro torrente sanguíneo.
En relación con el punto anterior, la crisis climática se ha visto reflejada en los alimentos que cada vez con mayor frecuencia consumimos, cuyas características recaen en ser altamente procesados. Esto genera que las personas presenten obesidad y con ello, como efecto dominó, el aumento de los cánceres y las enfermedades cardíacas. Así pues, esta crisis sanitaria y social compromete la capacidad de las personas para tomar el control de su salud y su vida.
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