Se acerca el 14 de febrero, día que todos conocemos como el día del amor y la amistad. No obstante, es importante conocer y ser conscientes de que existen algunas ideas que tenemos sobre el amor que vale la pena cuestionar, específicamente sobre el amor romántico.
El amor romántico son todas las ideas o creencias, construidas socialmente, que nos dicen cómo debemos actuar en una relación de pareja y cuáles son las expectativas que debemos tener de la misma.
Estas ideas nos llegan a lo largo de nuestra vida, de manera constante y por diversas vías, por ello, las hemos naturalizado. Es importante observar que las ideas del amor romántico podrían generar relaciones desiguales e incluso violencia, algunas de ellas son:
Seguramente, alguna vez has escuchado la expresión que alude a las “medias naranjas”. Es decir, se refiere a que nuestra otra mitad o complemento nos está esperando en algún lugar del mundo, la busquemos o no, llegará. Esta idea se sostiene en argumentos que es importante debatir; por ejemplo ¿acaso somos medias personas?, ¿por qué se nos mira como seres completos solo si tenemos una pareja? La realidad es que somos personas completas, no existe una única persona predestinada a ser nuestra pareja y a lo largo de nuestra vida podemos tener muchas relaciones.
Creemos que el amor todo lo puede, usualmente escuchamos o nos decimos frases como: “¿hay un problema? No importa, hay amor y él lo solucionará”, “es una persona violenta, pero no importa, cambiará porque me ama”. Estas ideas nos dicen que no importa absolutamente nada (ni violencias) porque el amor transformará todo, ya que es lo más importante. Debemos comenzar a separar la extraña vinculación que hemos hecho entre el amor y la violencia. Simple, si hay amor no hay violencia.
Nos han hecho creer que la relación más importante es la de pareja y que siempre será la prioritaria. Solemos jerarquizar nuestras relaciones colocando en la cima a nuestra relación amorosa con otra persona, dejando incluso a un lado la relación con una misma. Y decimos “una misma” porque a las mujeres (debido a la construcción social de género y el rol que la sociedad nos asigna de cuidadoras y serviciales, ante todo) esta idea les impacta de manera diferente, siendo ellas las que más desplazan quiénes son, sus intereses y proyecto de vida y colocan en el centro al resto de sus relaciones, pero, sobre todo, su relación de pareja impactando de forma negativa en su desarrollo personal y autocuidado.
Hemos normalizado en las relaciones la idea de la posesión y los celos, creemos automáticamente que una pareja implica posesión y agresiones relacionadas. La desconfianza se ha convertido en la norma. Es importante que identifiquemos que todas las personas tenemos derecho a ser libres y a que nuestra privacidad se respete, que una relación no cancela nada de eso, y que por el contrario las relaciones también deben ser espacios en donde ejerzamos nuestros derechos.
Si bien los celos son emociones que quizá no podemos deshacer tan fácilmente, sí es necesario aprender a gestionarlos (identificarlos, trabajarlos, expresarlos respetuosamente) y comenzar a mirar la confianza y libertad como cimientos de nuestras relaciones.
Cuando iniciamos una relación, damos por sentado que será exclusiva y que el único fin es el matrimonio. Sin embargo, ni la exclusividad sexual ni el matrimonio son formatos naturales, más bien son ideas construidas socialmente. Cada persona y relación debería ser libre de elegir cómo desea que sea su relación. Así como también darnos cuenta que el matrimonio solo es una opción más y no una regla, que el éxito de las relaciones no se basa en “llegar al matrimonio” y que una ruptura no tendría entonces que mirarse como un fracaso.
A partir de todas las ideas compartidas podemos ver que las relaciones construidas en ideas del amor romántico se basan en la despersonalización, en el sacrificio, en alcanzar expectativas irreales y en dar por hecho cómo debe ser el proyecto de vida de las personas, principalmente de las mujeres.
Como verás no es cuestión de género, además de los impactos en el bienestar de cada persona, estas ideas pueden imposibilitar salir de relaciones violentas: “Si estoy con mi amor predestinado, si es el centro de mi vida, si no tengo otras relaciones, si mi proyecto de vida es esta relación ¿qué seré sin ella?”.
La apuesta es que cada relación sea única, que construya, a partir de comunicación asertiva, diálogos que posibiliten la toma de acuerdos en los que el bienestar de las personas involucradas sea lo central; que todas las relaciones se construyan en respeto, confianza y corresponsabilidad.
En el sentido de la corresponsabilidad, ambos deberían ser corresponsables de su salud sexual y reproductiva y ambos evitar ITS y embarazos no planeados (si es que no lo están buscando), pueden comenzar con lo siguiente:
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