Hay expresiones en español que tal vez no estás diciendo correctamente o que desde la perspectiva de la semántica o el significado no tienen mucho sentido. Amplia tu conocimiento con la información que tu Guía Universitaria de confianza trae para ti.
“La lengua la hacen -o es- de los hablantes” es una frase muy popular entre los estudiosos de la lingüística, y se refiere a que nadie sabe mejor cuáles son las necesidades lingüísticas para comunicarse que los propios hablantes, por lo que, de ser necesario, una lengua o idioma puede modificarse para cumplir el objetivo final: la comunicación.
Sin embargo, desde la perspectiva de la normativa de la lengua, es decir, de las “reglas” del lenguaje basadas en el significado, existen expresiones que no tienen sentido aunque parezca tenerlo en el habla popular. Veamos cuáles.
Existen errores lingüísticos que se conocen como pleonasmos y son muy comunes en el español oral y escrito. Las malas lenguas (Océano, 2018), de Juan Domingo Argüelles reúne más de 600 páginas de redundancias, barbarismos y sinsentidos. Te presentamos algunas.
No hay citas que no sean previas, asegura Argüelles, pues el sustantivo femenino cita se refiere al “señalamiento, asignación de día, hora y lugar para verse y hablarse dos o más personas”, o bien a la “reunión o encuentro entre dos o más personas, previamente acordado”, según el Diccionario de la RAE.
La expresión no tiene sentido para explicar un accidente, escribe Juan Domingo. Los descuidos son siempre humanos. Descuido es un sustantivo que significa “omisión, negligencia o falta de cuidado”, pero también “olvido o inadvertencia”.
Puede argumentarse que se utiliza en oposición a “falla técnica”, pero es que incluso una falla técnica se puede tratar de un descuido, pues si un automóvil se queda sin frenos y ocasiona un accidente mortal es porque hubo alguien que no lo llevó al servicio mecánico o, si lo llevó, el encargado de atender esto lo hizo con negligencia, es decir con descuido.
Podemos decir que alguien “luce despampanante”, pero no “deslumbrante”, pues el verbo intransitivo lucir tiene dos acepciones principales: “brillar, resplandecer” y “sobresalir, aventajar”. ¿Puede alguien lucir mal? Por supuesto que no. Se trata de un oxímoron involuntario que da como resultado una barrabasada. Nadie puede “lucir” o “deslumbrar” en un sentido negativo.
Ojalá es una interjección del español que proviene del árabe hispánico que se traduce literalmente como “si Dios quiere” y que, de acuerdo con la RAE, “denota vivo deseo de que suceda algo”. El disparate consiste en que al decir y escribir ojalá ya está implícito y expresado el sentido literal de “si Dios quiere”.
No hay puños abiertos ni puños cerrados, lo que hay es, simplemente, puños. La mano cerrada es ya un puño y si la abrimos, deja de serlo.
Fuente: Milenio
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