Muchas profesiones tienen su día en particular, y muchas lo tienen gracias a razones muy propias de su quehacer. Tal es el caso de la especialidad de Anestesiología, que surge de una verdadera necesidad en el campo de la Medicina. ¿Quieres saber cómo surge el Día del anestesiólogo o anestesista?
Seguramente sabes que el padre de la medicina occidental es Hipócrates (460 – 370 a. C.); sin embargo, desde antes de su época existía la necesidad de buscar métodos para mitigar el dolor de los pacientes en casos de heridas graves y de intervenciones quirúrgicas. Uno de los primeros métodos anestésicos consistía en administrar una mezcla de opio, mandrágora y beleño por vía oral, la cual hacía dormir a los pacientes antes de ser operados.
Otros métodos anestésicos utilizados en la antigüedad eran un tanto más abruptos y peligrosos. Por ejemplo, provocar una hipoxia cerebral al paciente apretándole el cuello para interrumpir el flujo sanguíneo al cerebro. Otro método empleado era propinar un golpe en la cabeza al paciente para hacerle perder el conocimiento y poder llevar a cabo la cirugía.
El 16 de octubre es considerado Día Mundial del Anestesiólogo gracias a que un día como ese pero de 1846, William Thomas Green Morton, dentista estadounidense, demostró públicamente uno de los efectos del éter: la reducción el dolor durante una cirugía.
La American Society of Anesthesiologists define anestesiología como: “la práctica de la medicina dedicada al alivio del dolor y al cuidado completo e integral del paciente quirúrgico, antes, durante y después de la cirugía”.
Actualmente, no parece posible imaginar que una cirugía -de cualquier tipo- se pueda realizar sin la aplicación de anestesia. Sin embargo, el doctor Morton lo logró, dando lugar a la “cirugía sin dolor” y revolucionando la medicina.
La historia cuenta que este dentista utilizó el éter para dárselo a aspirar a un paciente, Eben H. Frost, ya que debía removerle una muela y el pavor de éste al dolor era tal que le pidió le hiciera la cirugía bajo hipnosis.
Más tarde, la noticia de que la cirugía había sido todo un éxito -y sin dolor- trascendió por toda la ciudad de Boston. Por esta razón se le pidió a Morton hacer una demostración pública.
Así, en colaboración con el Hospital General de Massachustts, el 16 de octubre de 1846, William Morton aplicó éter sulfúrico para anestesiar a Gilber Abbot, un joven de 17 años a quien le extirparían un tumor cervical.
El paciente despertó de dicha cirugía asegurando no haber sentido dolor alguno.
El surgimiento de una nueva especialidad médica, actualmente la Anestesiología, podría tener sus orígenes “formales” en el éxito de dicha operación quirúrgica.
Antes del uso anestésico del éter, se recurría a técnicas de inducción de desmayo por compresión de cervicales, ingestión de bebidas alcohólicas, hierbas o resinas como el opio.
Sin duda, qué bueno es vivir en una época, en la que se puede trasplantar un corazón de un pecho a otro, sin que los pacientes tengan conciencia de ello y sin sensación de dolor. Esto, sin la anestesia y el anestesiólogo, ¡sería imposible!
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