Seguramente alguna vez has escuchado acerca del efecto placebo, el cual puede generar cambios en nuestro organismo de una manera muy particular. En general, hemos aceptado su existencia y también su utilidad. Pero, ¿qué es exactamente y qué tanto de todo eso está realmente sustentado por la ciencia?
Los investigadores Christopher G. Maher, Adrian C. Traeger, Christina Abdel Shaheed y Mary O’Keeffe se dieron a la tarea de responder esa pregunta. Gracias a sus esfuerzos, recientemente se publicó una investigación en The Medical Journal of Australia dedicada al efecto placebo y qué tantos beneficios puede ofrecer reamente su uso.
De manera general, el efecto placebo se relaciona con la respuesta que genera el organismo cuando se le “engaña”; es decir, se le hace creer que ha recibido un agente activo que la desencadena, cuando en realidad se le ha dado un sustituto inactivo.
Para lograr eso, se trabaja con los elementos llamados placebos, que son básicamente eventos o medicamentos diseñados para verse y sentirse como los reales, pero no tener realmente ningún ingrediente “activo” capaz de alterar el organismo.
Imagina que alguien desea calmar su dolor de cabeza y se toma una pastilla; sin embargo, se toma una hecha de azúcar u otro elemento comestible sin saber. Una vez que la persona toma la píldora, creyendo que le quitará la jaqueca, su dolor comienza a bajar. Aquí es cuando estamos frente al efecto placebo.
Ahora, de acuerdo con el profesor Maher, director del Instituto de Salud Musculoesquelética de la Universidad de Sydney, la situación no es tan sencilla. De hecho, a pesar de la fama que tiene el efecto placebo, son pocos los estudios que se dedican a analizarlo en profundidad.
Por ahora eso no existe una teoría fuerte que demuestre la efectividad real de los placebos y, según Maher y sus colegas, gran parte se debe a la forma en la que se aborda el efecto placebo en la ciencia.
Según su perspectiva, muchos estudios de placebos están fundamentalmente defectuosos. Eso debido a que las evidencias que suelen utilizar para sustentar su utilidad suelen ser poco concluyentes, estar incompletas o ser demasiado subjetivas. En consecuencia, no es posible construir un verdadero conocimiento médico del efecto placebo con ellas como base.
Sabemos por las revisiones de la evidencia de los ensayos clínicos que un placebo proporcionará un efecto pequeño, pero el tratamiento real normalmente proporcionará mejores resultados para el paciente”, escribieron los investigadores.
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