Una misión de la compañía Astroscale probará un satélite que limpiaría la basura espacial que rodea la Tierra con una tecnología que usa imanes. Así, si resulta exitosa la misión, este satélite podría acompañar a los cohetes para que su salida de la Tierra sea lo más sustentable posible. Y es que, la presencia de estos restos en nuestra órbita amenaza la seguridad de la Estación Espacial Internacional.
Los programas espaciales de China y Estados Unidos tienen a la Luna y a Marte como objetivos, pero Europa busca ser pionera en un campo más prosaico pero igual de importante como es la limpieza de la chatarra espacial que orbita alrededor de la Tierra. La razón es que no podemos dejar de lado el hecho de que el aumento comienza a preocupar a varios expertos.
Esta basura cósmica consiste en:
Todo esto orbita a cientos de kilómetros de altura de nuestro planeta y se mueve a velocidades de hasta 28 mil kilómetros por hora, suponiendo un riesgo cada vez más alto para futuras misiones espaciales.
La Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) es la primera que ha decidido desarrollar una misión de limpieza espacial. Para ello, ya encargó a una empresa emergente suiza, ClearSpace, el diseño del primer aparato con este propósito, que la Unión Europea espera lanzar hacia 2025.
El proyecto, en el que también participan Reino Unido, República Checa, Alemania, Polonia, Portugal, Rumanía y Suecia, aún está a la búsqueda de más socios para financiarse, pero las primeras imágenes digitales simuladas de cómo funcionará ya lo muestran con el aspecto de un espectacular ‘satélite cazador’ con grandes brazos robóticos para atrapar enormes trozos de chatarra orbital.
En su misión inaugural, este satélite limpiador, aún sin nombre oficial pero que podría denominarse ClearSpace 1, deberá recoger un fragmento de 100 kilos del cohete propulsor europeo Vega desarrollado por Italia para la ESA, lanzado en 2013 y que se encuentra a 660 kilómetros de altura alrededor de la Tierra. El satélite después acercaría ese fragmento hacia la atmósfera terrestre, donde en principio se desintegraría por la fricción en contacto con ella.
“Se escogió este objeto porque sería similar a los de futuras operaciones de retirada de órbita de satélites, y además es relativamente sencillo para reducir riesgos en una operación compleja y llena de desafíos”, explicó a Luc Piguet, consejero delegado de ClearSpace. El proyecto, en el que también participa la multinacional estadunidense Microsoft, está todavía en su fase de preparación, pero tiene un plazo relativamente corto, sólo hasta marzo de 2021, para diseñar la misión y definir todos sus detalles principales.
ClearSpace, firma nacida en la prestigiosa Escuela Politécnica Federal de Lausana, es el primer paso para iniciar una limpieza del cosmos más cercano que, tras 60 años de lanzamientos orbitales por parte de cada vez más países, se hace cada vez más necesario para no alcanzar el llamado síndrome de Kessler. Ese síndrome, bautizado con el apellido del experto de la NASA que advirtió por primera vez de este riesgo, expresa un momento hipotético en el que el volumen de basura especial en órbita sería tan alto que podría generar una espiral de chatarra al impactar en algunos satélites en uso, éstos en otros y así sucesivamente.
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