El amor es como una montaña rusa donde unas veces se está en lo más alto, y en otras, decididamente un amor fallido nos hacer querer bajarnos y vomitar.
Y es que en este universo nada es eterno, ni siquiera el amor; pese a todas las creencias erróneas que nos hayamos formado a partir de décadas continúas de telenovelas, cuentos de hadas y música pop.
El amor, como todos los estados emocionales, tiende a amainar con el paso del tiempo… y a renovarse cuando con los esfuerzos adecuados lo hacemos resurgir.
Sin embargo en ocasiones, por muchas ganas que le invirtamos, el amor nada más no resurge; porque como dicen por ahí, “donde uno no quiere, dos no pueden”.
En esta circunstancia, a veces terminamos con el corazón destrozado y preguntándonos cómo vamos a hacerle para construir en un futuro, una nueva relación de pareja.
La respuesta es sencilla, pero en aplicarla estriba lo complicado: permitirnos de manera activa digerir la etapa de nuestra vida que se ha terminado y darle un sentido positivo a este fragmento de nuestra historia personal.
Una vez que escribas esa carta quémala, entiérrala, húndela en una botella en el mar; se trata de un trabajo interno y personal tan tuyo, que muy probablemente a tu ex no le va a interesar mucho leerla.
Vas a tener muchas preguntas, esfuérzate por no buscar las respuestas del lado de tu ex, quien probablemente está a su vez buscando las suyas.
Tu proceso de asimilar esta experiencia se consolida cuando te permites a ti asumir este papel protagonista. Para ello debes construir tus propias respuestas: ¿qué significó la relación… para ti?, ¿qué fue lo que sentiste o te motivó en algún momento dado?, ¿qué alertas detectaste, pero no les hiciste el caso suficiente?, ¿en qué momentos cediste, sin darte cuenta que en realidad debías de haber negociado?, ¿qué aportaste a la relación? Eso podría también ir en tu carta de despedida.
Se trata de una labor que siempre todas y todos realizamos, consiste en homogenizar la narrativa de esa relación que fue, eliminando lagunas e incongruencias que nos enganchan a recuerdos tóxicos; por eso nadie puede ayudarte en esta labor, porque la narrativa que estructures deberá hacerte sentido únicamente a ti.
No es una tarea sencilla, pero de ahí vas a extraer los recursos para en su momento involucrarte en una nueva relación, con nuevos aprendizajes: sabiendo qué vas a procurar que se repita la próxima vez, qué vas a evitar a toda costa, cuales son hoy tus criterios mínimos indispensables, y así.
Es elección tuya convertir esta ruptura en crecimiento, identificando que te llevas contigo a la relación que sigue, y que depositarás en la papelera de reciclaje del olvido.
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