El 10 de marzo de 2020 la Organización Meteorológica Mundial (OMM) hacía público un informe sobre el estado del clima que arrojaba conclusiones alarmantes. En medio de la preocupación –lógica- por el estallido de la pandemia del coronavirus, el estudio pasó bastante desapercibido. Pero ahora, es claro que los efectos del cambio climático no son algo futuro, son una realidad palpable con consecuencias reales.
En el documento se ponen de manifiesto los impactos de los fenómenos meteorológicos y climáticos en el desarrollo socioeconómico, la salud de las personas, las migraciones y desplazamientos, la seguridad alimentaria y los ecosistemas terrestres y marinos.
Todos los indicadores parecen coincidir en que actualmente no estamos bien encaminados para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París de mantener el aumento de temperatura por debajo de 2 °C para finales de este siglo.
De acuerdo con el informe de la OMM, estos son algunos de los efectos que se pueden observar actualmente a causa del cambio climático.
La sequía afectó a muchas partes del sureste asiático y a Australia, que experimentó el año más seco del que se tiene constancia, en parte como consecuencia de la intensa fase positiva del dipolo del océano Índico.
En la parte meridional de África, América Central y zonas de América del Sur los acumulados de precipitación fueron anormalmente bajos.
El incremento de temperaturas también se favorece la expansión de virus que habitualmente estaban restringidos a zonas tropicales: por ejemplo, la incidencia mundial del dengue se ha multiplicado en los últimos años, y el riesgo de infección afecta a aproximadamente la mitad de la población mundial.
El clima fluctuante, las sequías y otros fenómenos meteorológicos extremos figuran entre los factores más importantes que ponen en riesgo la seguridad alimentaria en muchas zonas del planeta. En el año 2018 se estima que hubo en el mundo 33 países amenazados por crisis alimentarias.
En 2019 la temperatura de los océanos batió un nuevo récord. Se calcula además que, en los últimos veinticinco años, los mares han recibido una cantidad de calor equivalente a 3.600 millones de explosiones de bombas atómicas como la de Hiroshima.
El calentamiento de los océanos contribuye a la subida del nivel del mar como consecuencia de la expansión térmica del agua, altera las corrientes oceánicas e incluso llega, de forma indirecta, a modificar la trayectoria de las tormentas.
Como consecuencia de la emisión de dióxido de carbono a la atmósfera se produce un fenómeno denominado acidificación de los océanos. Esto sucede porque el dióxido de carbono disuelto en el agua favorece una reacción con el carbonato cálcico que, como consecuencia, hace descender el pH del agua del mar.
La alteración del pH socaba la capacidad de calcificación de los organismos marinos —como mejillones, crustáceos y corales—, y ello afecta a la vida, al crecimiento y a la reproducción de la fauna y la flora marinas.
La temporada de incendios de 2019 fue devastadora en muchas partes del planeta: Amazonas, Siberia, Australia… se llegaron a declarar fuegos incluso en algunas partes del Ártico, donde no suelen ser habituales este tipo d fenómenos. Aparte de la destrucción de ecosistemas y del medio de vida de muchas familias, los grandes incendios también ocasionaron víctimas mortales y arrasaron viviendas y otros bienes materiales.
La pérdida de hielo marino es una realidad, tanto en el Ártico como en la Antártida. En el caso del Polo Norte, la extensión media mensual de la superficie del hielo en septiembre, mes del año en el que normalmente registra su extensión mínima, fue la tercera más baja de la que se tiene registro.
Se estima que Groenlandia ha perdido aproximadamente 260 gigatoneladas de hielo cada año en el periodo que va desde 2002 a 2016. En el caso de la Antártida, desde 2016 la extensión del hielo marino se ha mantenido en niveles relativamente bajos.
Las temperaturas elevadas afectan negativamente al bienestar de la población y ocasionan un elevado gasto sanitario. Por ejemplo, en Japón, una ola de calor provocó más de cien víctimas mortales y 18 000 ingresos hospitalarios.
Podemos mitigar el impacto del cambio climático y evitar que la temperatura ascienda tanto como para producir un colapso ambiental. D
Con la crisis actual por la pandemia del coronavirus, se abre una nueva ventana y oportunidad para rehacer la economía mundial con criterios de sostenibilidad, empleo verde y energías renovables. Con voluntad, aplanar la curva del clima también es posible.
Fuente: Muy interesante
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