En un mundo digital donde la Inteligencia Artificial promete revolucionarlo todo, el eterno debate entre el arte vs. la IA encuentra un defensor de peso: Guillermo del Toro. El cineasta mexicano, conocido por su devoción por lo manual y lo fantástico, ha transformado su anhelado proyecto de ‘Frankenstein’ en mucho más que una adaptación; es una declaración de principios, un manifiesto tangible sobre la creatividad humana. Frente a la creciente dependencia de algoritmos y simulaciones, Del Toro elige martillos, pintura y yeso, rescatando el valor de la profesión artesanal en el cine y enviando un poderoso mensaje: la verdadera magia no se genera, se construye.
Del Toro ha sido claro y contundente: su “Frankenstein” para Netflix, con un presupuesto de 120 millones de dólares, rechaza por completo las facilidades de la era digital. Durante el rodaje en Toronto y Escocia, el equipo construyó sets completos en 360 grados.
El compromiso con lo físico llegó a su punto máximo con la transformación de Jacob Elordi en la Criatura. En lugar de depender de CGI para el monstruo, se optó por un maquillaje prostético exhaustivo.
La decisión de evitar la IA en el cine y lo digital no es nueva en la filmografía de Del Toro, pero con “Frankenstein” se convierte en el centro del proyecto. El director ha criticado abiertamente la inteligencia artificial, calificándola de capaz de crear solo “salvapantallas medianamente atractivos”. Para él, el verdadero peligro no es la IA, sino la “estupidez natural” que legitima su uso indiscriminado en el arte.
Su postura es un firme alegato por la creatividad humana y la autoría, argumentando que el arte generado por IA carece de riesgo, intención y, sobre todo, de la humanidad necesaria para conmover profundamente. Al citar a Hayao Miyazaki, dijo que ese tipo de herramientas son “un insulto a la vida misma”.
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“Frankenstein” (que se estrenará en cines selectos en octubre de 2025 y luego en Netflix) es, en esencia, la culminación de un sueño de 30 años para Del Toro y una carta de amor al cine hecho a mano.
Es un recordatorio poderoso de que la esencia del séptimo arte yace en la colaboración humana, la imperfección y el sudor de profesionales dedicados. En la batalla del arte vs. la IA, Del Toro no solo debate; construye, martilla y enyesa su respuesta para que el mundo la vea.
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