En una entrevista, el postulante se puede ver sometido a distintas pruebas; entre ellas, un test de personalidad. Este tipo de exámenes evalúa hasta qué punto la personalidad del candidato se adecúa a las exigencias del puesto de trabajo. Se recurre a una batería de preguntas que pondrán en evidencia ciertos rasgos del carácter del individuo.
Las pruebas serán evaluadas por psicólogos con experiencia suficiente como para detectar mentiras en cuestión de segundos; además, debes saber que no hay contestaciones malas ni buenas, simplemente reflejan la personalidad del candidato y si esta se adapta al puesto de trabajo ofertado.
Por ejemplo, no es lo mismo buscar gente para cubrir un puesto de vigilante que de comercial, y las características que se les presuponen a cada uno tampoco son iguales.
En cuanto a los tipos de test de personalidad, los expertos en recursos humanos diferencian los introspectivos de los proyectivos:
Se caracterizan por plantear preguntas cerradas con tres opciones de respuesta (“sí”, “no”, “no sabe”). Lo que pretenden es forzar al postulante a elegir entre las alternativas propuestas para acotar así su perfil.
Las preguntas son repetitivas pero se formulan de manera diferente con el objetivo de comprobar si el candidato incurre en contradicciones.
La información que extraen se recopila en un perfil de rasgos diferenciales de personalidad que miden el grado de autoconfianza, sinceridad, lealtad, agresividad, sociabilidad, estabilidad emocional, etc.
En este caso, se plantean una serie de situaciones verosímiles en las que el postulante debe buscar y proponer una solución. La respuesta es por tanto, abierta e identifica la personalidad del individuo.
Todos los test de personalidad cuentan con sistemas de medición de sinceridad en las respuestas, así que responde con naturalidad.
Es posible que alguna de las cuestiones, contestada sin “paños calientes” , den como resultado respuestas políticamente incorrectas pero recuerda que nadie es perfecto, y que resulta muy sospechoso alguien que aparente serlo.
Por otro lado, si te toca enfrentarte a un test introspectivo tendrás que mojarte. No sirve de nada marcar siempre el comodín “no sé” porque eso transmite inseguridad e indecisión.
Es clave saber administrar bien el tiempo porque este tipo de test suelen ser bastante extensos. Lo normal es que no puedas responder a todas las preguntas; está demostrado que solo un 3% es capaz de finalizarlo.
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