Uno de los fenómenos meteorológicos más potentes que existen y que más daños pueden dejar a su paso son los huracanes. A un huracán también se les conoce como ciclón o tifón, aunque se les nombra de acuerdo con la zona en la que se producen.
Nuestro país no se exenta de los daños que puede llegar a provocar este tipo de fenómenos naturales. Y es que, estos fenómenos miden entre ocho y 10 kilómetros de alto, 500 kilómetros de ancho y alcanzan vientos de más de 200 km/hora.
Para que lleguen a formarse se requieren ciertas condiciones específicas, de manera que no se pueden conformar en cualquier parte del mundo. Cuando lo hacen en el Océano Atlántico y el este del Pacífico se les llama huracanes, en el Océano índico son ciclones y en el Pacífico occidental se les conoce como tifones.
Te explicamos sobre lo que se necesita para que se forme un huracán:
Para que se forme un huracán se necesita aire cálido y húmedo como combustible. De acuerdo con información de la NASA, la primera condición necesaria para que se lleve a cabo su formación es que las aguas del océano superen los 26°C, pues a partir de esa temperatura se produce una evaporación significativa.
Cuando el aire cálido se eleva y enfría, forma nubes. Este sistema de aire y nubes es alimentado por el calor del océano y el agua que se evapora de la superficie.
Los huracanes se forman debido a la acumulación de tormentas eléctricas que se desplazan sobre las aguas oceánicas cálidas, pero no se mueven de la misma forma. Según la Agencia Especial de Estados Unidos, las tormentas que se forman al norte del ecuador giran en sentido contrario a las manecillas del reloj, mientras que las tormentas al sur giran en el sentido de las manecillas.
Conforme el sistema de la tormenta se mueve cada vez más rápido, se forma un ojo en el centro. Allí todo es más tranquilo debido a que la presión del aire es muy baja.
Los huracanes se miden en la escala Saffir-Simpson que los clasifica según la intensidad del viento. Esta forma de medición recibe su nombre gracias al ingeniero civil Hervert Saffir y el director del Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos, Bob Simpson, quienes la desarrollaron en 1969.
La escala define y clasifica la categoría de un huracán en función de la velocidad de los vientos del mismo. La categoría 1 es la más débil con vientos de 119 a 153 km/h, mientras que la más intensa es la que tiene vientos mayores a 250 km/h.
La velocidad y trayectoria de un huracán depende de las interacciones entre la atmósfera y el mar. De acuerdo con la NASA, un huracán se desplaza a una velocidad promedio de entre 24 y 32 km/h.
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